El 7 de octubre es la festividad de la Virgen del Rosario, aunque son muchas las localidades segovianas que la celebran el domingo más cercano a esa fecha. Este fin de semana, dos localidades han danzando en honor a esta advocación mariana, dedicándole además de danzas de palos otra danza procesional, El Arco: Orejana, que agrupa a cinco barrios, y Gallegos de la Sierra, ambas enclavadas en la Tierra de Pedraza.
Los danzantes de ambas localidades mantienen en su indumentaria el uso de la enagua, sin embargo las diferencias son importantes: mientras que los danzantes de Orejana lucen mantón del ramo sobre las enaguas, los danzantes de Gallegos son los únicos que lucen en su cintura una faja de color rojo, a juego con las cintas de seda que cruzan su pecho, y unas enaguas más cortas que en el resto de localidades circundantes, plisadas y que guardan gran similitud con los manteos femeninos “de chorros” o “enchorraos” de la zona de la sierra.
Danzas y paloteos en “el país” de Orejana
Una de las peculiaridades de esta fiesta, es que en ella también participan, y con un lugar predominante tras el altar mayor, los denominados Ennombrados, ocho hombres que con sus bandas cruzadas por el pecho y sus lanzas, custodian y guardan a la imagen durante la misa y a lo largo de la procesión ante posibles ataques externos.
Una vez concluído el acto litúrgico, vecinos y danzantes se reúnen en la explanada de la iglesia y tiene lugar la subasta de las roscas, decoradas con multitud de golosinas y llevadas en brazos por diferentes mujeres.
Danzas de palos en Gallegos de la Sierra
Antes de El Arco, y con la imagen en las andas, todos los vecinos proceden a besar la Cruz. Una vez concluido este rito, los danzantes dedican a la Virgen del Rosario El Arco, antes de entrar de nuevo en la iglesia y dedicarle dentro la última pieza, el paloteo La Misa. Para colocarla en el trono, suena la dulzaina y los danzantes avanzan bailando de espaldas al altar mayor: una vez en el trono, y con los danzantes alrededor de la imagen, todos los asistentes cantan la Salve y dan fin a los actos litúrgicos. Después de una larga jornada, sólo queda “la quema de la zorra”, un ritual que sólo conserva Gallegos y que tiene lugar al anochecer, justamente en el paraje denominado Las Eras del Rosario.