Se acercan las navidades, para bien o para mal. Rito de origen cristiano, introyectado de forma tal en nuestra cultura que hasta las familias no religiosas lo celebramos. Veo y compruebo a mi alrededor cómo los niños van comentando lo bien que deben portarse porque son “espiados” por un sujeto (Papa Noel) o varios (Reyes Magos) que todo lo ven y todo lo pueden, ya que tienen en su mano algo muy preciado por nuestros niños: regalos.Me resulta muy cansino y triste ver como se les chantajea con “portarse bien” , porque si no serán (nuevamente) castigados con la ausencia de regalos. Se sentirían unos niños extraordinariamente marginales si el día en que casi todos los demás niños del planeta reciben regalos, ellos los malos, no obtuvieran nada. Es además de una manipulación, una mentira porque no lo haremos. No conozco ninguna familia que a pesar de haber asustado a sus hijos con el asunto de marras, haya tenido el coraje de cumplirlo.El hecho de utilizar a estos personajes del imaginario popular, tan amorosos y cercanos, como herramientas de chantaje para nuestros hijos, se explica desde nuestra falta de autoridad y de recursos que desemboca en tener que recurrir a estos sicarios para que nos hagan el trabajo sucio. Y es también la representación a gran escala de la pedagogía basada en el premio y en el castigo: te están vigilando…, Si no te “portas bien” no habrá premio. Y voy mas lejos, el mensaje subliminal y tóxico que estamos enviando a nuestros hijos es “pórtate bien por miedo” no por razones, valores o principios, no porque eso te ayudará a crecer y te beneficia, no porque te amamos y tratamos de transmitirte lo mejor de nosotros mismos. “Pórtate bien” porque si te “portas mal”, el espía de la barba blanca y los chicos de los camellos, no pasarán por aquí.
En estos días, donde el estrés se va apoderando de las familias que ya están empezando a sentir que algo se les desubica por dentro, donde los que faltan se vuelven inmensos, donde los conflictos intrafamiliares que hemos ido esquivando el resto del año ahora se ponen encima de la mesa, donde el simple hecho de las vacaciones de los niños y la perspectiva de que tenerlos en casa a muchas familias les remueve, donde nos confrontamos con el paso del tiempo, donde los ritos nos conectan con emociones que no queremos manejar, todos nos volvemos más vulnerables, es aún más fácil recurrir a terceros mágicos que hagan de espías omnipresentes y amenazantes. Es humano, pero no es ético. Y además ni construye ni educa.Los regalos son regalos, dádivas, ofrendas, que sirven para transmitir amor, generosidad, gratitud. Yo regalo a mis hijos porque me produce y les produce felicidad, igual que lo hago con mis amigos o con mi pareja. A ninguno de ellos les digo que si no “se portan bien” no les haré un regalito por navidad o por su cumpleaños. Propongo “utilizar” estos ritos culturales para recuperar el derecho de dar, enseñar y transmitir a nuestros hijos la satisfacción y plenitud que produce la acción de dar, no sólo la de recibir. En una sociedad basada en la abundancia de cosas y la deprivación de contacto y presencia, reinvidico para nuestros hijos el derecho de dar.Las navidades son un buen pretexto, aunque no el único, para ofrecerles opciones que tengan que ver con dar a otros, seguramente menos favorecidos. O al menos, hagámoslo nosotros y seamos espejo en el que se puedan mirar.Nunca es demasiado pronto para transmitirles el germen de la solidaridad y nunca es demasiado tarde para alejar a los sicarios del castigo, a la pedagogía negra que tiene patas muy, pero muy cortas y que, aunque nos corra por la venas, podemos combatir, desde la conciencia y desde el amor.Feliz Navidad.*Fotografía adaptada de: http://www.freedigitalphotos.net/images/santa-holding-blank-white-placard-photo-p221069StockImages , publicado el 01 de diciembre 2013 Foto de archivo - imagen ID: 100221069