Para conocer y entender bien cualquier aspecto de la vida es necesario remontarse a sus orígenes, y así tener un poco de perspectiva de cómo surgen las cosas y cuál es la evolución que han seguido para conformar lo que hoy nos encontramos en la actualidad. El papel pintado es uno de esos aspectos y es por ello que hoy queremos indagar un poco en su pasado.
Aunque no existe la certeza dónde apareció la forma más primigenia de papel pintado, todos los indicios señalan que este surgió alrededor del 200 a.C. en Oriente, concretamente en el antiguo Imperio Chino, con la utilización del papel de arroz para reforzar las paredes. A partir de ese momento fue solo cuestión de unas pocas décadas que estos papeles se decoraran de diferentes maneras, principalmente con representaciones del entorno natural y de la vida cotidiana.
El primer punto de inflexión para la distribución del papel pintado se dio en torno al siglo XVI, a raíz del comercio existente entre Europa y Oriente, las clases nobles europeas, principalmente en Inglaterra y Francia, encontraron en el papel pintado una manera inmejorable de sustituir los tan de moda tapices. El tapiz suponía un símbolo de elegancia y pertenencia a la élite, pero su elevado coste hacía que incluso dentro de la alta sociedad, fuera un coste no por todos asumible, siendo el papel pintado una opción más accesible sin que ello supusiera perder ese toque de distinción. Otro de los motivos para el auge del papel pintado fue la falta de proveedores de tapices que se produjo en Inglaterra, tras la ruptura de Enrique VIII con la Iglesia católica, ya que esto originó que las relaciones comerciales entre las islas británicas y el resto de Europa se redujeran a la mínima expresión, incluyendo a Flandes y Arras, los mayores proveedores de tapices.
En este periodo el papel pintado había conseguido grandes hitos y logros, como el que supuso la impresión del Arco del Triunfo, encargada por el Emperador Maximiliano I de Francia en 1515, cuyas dimensiones de 3,57 x 2,95 metros, supuso todo un reto para la época.
No todo fue un camino de rosas para el papel pintado, ya que se tuvo que ver con obstáculos como el que supuso el impuesto creado por la reina Ana de gran Bretaña e Irlanda en 1712 y que se prolongó hasta 1836, momento en el que se abolió dicho impuesto. Diversas contiendas como la Guerra de los Siete Años y las Guerras Napoleónicas supusieron disminuciones periódicas del comercio del papel pintado entre Europa y Gran Bretaña.
La evolución tecnológica hizo surgir máquinas que ayudaron al abaratamiento de los costes y facilidad de diseños para el papel pintado, como fueron la creada en 1785 por Christophe-Philippe Oberkampf, que fue la primera máquina que imprimía tintas de color sobre hojas de tapiz, y la creada en 1799 por Louis-Nicolas Robert para la producción continua de papel pintado en grandes longitudes y que supuso un primer paso para la fundamental máquina creada por los hermanos Fourdrinier en 1806. Otro aspecto fundamental fue el sucedido en 1839 en Lancashire donde se patentó una máquina que según la publicidad de la época abarataba tanto los costes del papel pintado que no había diferencia alguna en cuanto a precio en pintar una habitación o empapelarla.
Acercándonos a nuestros días vemos como tanto el desarrollo en los diseños, mejoras de las calidades, abaratamiento de los costes, hizo que a principios del Siglo XX fuera el punto álgido en la historia del papel pintado, teniendo una presencia masiva en gran parte de los hogares no sólo de Europa, sino también de Estados Unidos y otras zonas del mundo. El papel pintado contó con grandes defensores como fue Andy Warhol.
Toda esta evolución hace que el papel pintado sea lo que es hoy en día, poniendo a nuestra disposición los mejores diseños de grandes artistas al alcance de nuestra mano. No podemos terminar esta reseña sin recomendar a los apasionados del papel pintado y del arte en general que no dejen de visitar, si tienen ocasión, diversas exposiciones como pueden ser las existentes en el Muse des Arts Decoratifs y el Muse du Papier Peint en Francia, el Deutsches Tapetenmuseum en Alemania, el Victoria y Albert en el Reino Unido, el Smithsonian Cooper-Hewitt de Nueva Inglaterra y el Museo Metropolitano de Arte en los Estados Unidos.