Según la Dra. Pilar Riobó, médico especialista en Endocrinología y Nutrición, y Jefe Asociado del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital-Fundación Jiménez Díaz de Madrid, la investigación científica ha demostrado que los alimentos y bebidas que contienen edulcorantes bajos y sin calorías pueden ayudar a las personas a manejar su ingesta de calorías. En este sentido, la experta señala que diversos estudios muestran, además, que las personas que utilizan productos bajos y sin calorías tienden a realizar dietas más saludables.
Todos los edulcorantes autorizados han pasado serios estudios científicos para evaluar su seguridad, y gracias a su sabor dulce y a que su consumo no aumenta la ingesta calórica, son un arma útil en la lucha contra la obesidad. La experta en Endocrinología y Nutrición, Pilar Riobó que ha colaborado en el último número de la publicación de Coca-Cola España, ES NOTICIA, ha destacado no obstante, que para combatir la obesidad es necesario que se realice un tratamiento multidisciplinar, en el que los edulcorantes se asocien siempre a una dieta equilibrada, a un cambio en el comportamiento de los hábitos alimentarios y al aumento de la actividad física. Además, ha afirmado que “los edulcorantes son un arma útil para saborear lo dulce sin incrementar las calorías” y que “las personas que utilizan productos bajos y sin calorías tienden a realizar dietas más saludables”.
Según la Dra. Riobó, un estudio científico realizado con anterioridad mostró que los participantes en el mismo, consumieron un 15% menos de calorías cuando las fuentes de azúcar se sustituían por aspartamo (Porikos et al.). Igualmente, otra investigación demostró que tras un año de seguimiento el uso de edulcorantes bajos y sin calorías se asociaba con pérdida de peso, aumento de la actividad física y disminución del deseo por alimentos dulces (Kanders et al.). En este sentido, otro estudio concluyó, además, que las personas que utilizaron edulcorantes mantenían mejor el peso perdido tras tres años de evaluación (Blackburn et al.).
Desde hace más de 30 años, la industria alimentaria ha desarrollado diferentes tipos de edulcorantes bajos y sin calorías, con el objetivo principal de sustituir el azúcar de mesa (sacarosa). En cuanto a los diferentes tipos de edulcorantes que podemos encontrar, la especialista ha destacado que la sacarina, comercializada desde 1978, no aporta calorías; el aspartamo es entre 180-200 veces más dulce que la sacarosa, y sólo se requieren pequeñas cantidades para endulzar alimentos y bebidas; el acesulfamo potásico es 200 veces más dulce que el azúcar; la sucralosa es unas 600 veces más dulce y no puede ser absorbida, por lo que no aporta calorías; el neotamo es 10.000 veces más dulce y el ciclamato es 30 veces más dulce que la sacarosa. De éste último, se necesitan cantidades relativamente pequeñas para endulzar los alimentos y bebidas, por lo que su aporte calórico a la dieta es insignificante.
--Reciente reunión en Bruselas de expertos
Junto a ello, en la conferencia de la International Sweeteners Association (Asociación Internacional de Edulcorantes), celebrada recientemente en Bruselas, se ha destacado que los edulcorantes bajos y sin calorías consumidos de manera continua, como sustitutos del azúcar en alimentos y bebidas, pueden desempeñar un papel significativo en la pérdida de peso cuando sea necesario, y en el mantenimiento de un peso saludable.
La conferencia, que reunió a eminentes expertos en nutrición, obesidad y seguridad alimentaria para debatir el papel y los beneficios de los edulcorantes e investigar algunos de los asuntos que los rodean, concluyó que estos ofrecen una solución eficaz para satisfacer nuestro deseo natural por los alimentos dulces, sin contribuir a un consumo excesivo de calorías y al aumento de peso.
A este respecto, los expertos participantes en la reunión hicieron hincapié en que los datos científicos actuales y los resultados de numerosos análisis expertos e independientes demuestran constantemente que no hay pruebas de riesgo sobre el consumo de estas sustancias para la salud, y argumentar lo contrario puede ayudar a promover que se “abandone una valiosa arma para la lucha contra la obesidad”.