Si has llegado hasta aquí probablemente será por una de estas razones: o has vivido una reciente ruptura o estás en un proceso de crisis existencial. En ambos casos, enfréntandote a un periodo complicado en el que te sientes perdido/a, buscas respuestas y necesitas asumir un cambio. ¿Hasta qué punto es efectiva la autoayuda?
El género de autoayuda vive un auge espectacular en los últimos años, paralelo al crecimiento de las dependencias, de las relaciones tóxicas y de la desubicación existencial generalizada que proviene, en parte, del hundimiento económico reciente.
Como en toda literatura, hay libros excelentes, libros mediocres y libros muy malos. Hace un tiempo, nosotros recomendábamos nuestra particular lista de libros que ofrecen una maravillosa autoayuda sin ser específicos del género en particular. Independientemente de la calidad de los mismos, ningún libro te va a quitar el dolor de una gran pérdida o te va a dar la respuesta definitiva sobre tu búsqueda vital. Por lo general, su utilidad más inmediata es la de aliviar en parte la ansiedad que sufras en estos momentos por tu situación. Y si es un buen libro, quizás te sirva como guía para acceder a este nuevo mundo que se te está presentando ahora y cuyas reglas de momento desconoces.
Pero, entonces ¿qué me aporta la autoayuda que no pueda conseguir por mí mismo o mediante otro tipo de técnicas?
Según mi experiencia, la buena literatura es, como cualquier otra forma de belleza, una forma de iluminar el oscuro espacio del intrínseco dolor de ser humano comprendiendo que somos parte de un todo, que nuestras dudas, angustias y neuras son las dudas, angustias y neuras de toda la humanidad desde el principio de los tiempos, cuando empezamos a hacer algo más que preocuparnos por cazar la comida del día siguiente y conseguir un lugar donde dormir sin congelarnos de frío.
Da igual que te lo cuente un chamán supuestamente iluminado o un impenitente pecador (quizás el segundo sea un poco más fiable): sea quien sea, sufrió, cayó y buscó como ahora lo estás haciendo tú y a lo mejor lo que uno te cuenta a ti ni te va ni te viene porque es un mal escritor, porque es demasiado místico, o demasiado pragmático, o demasiado científico. Pero si ese libro te abrió la puerta para indagar en otros géneros, o para investigar acerca de un concepto en particular que te intrigó, o simplemente para leer más y mejor, entonces…ya te sirvió de ayuda.
En el famoso decálogo de Daniel Pennac, Los diez derechos del lector (presente en su muy recomendable ensayo Como una novela), en el número cinco encontramos el derecho a leer cualquier cosa. Y añade el autor que una de las grandes alegrías del pedagogo es -cuando está autorizada cualquier lectura- ver a un alumno cerrar solo la puerta de la fábrica best-sellers para subir a respirar donde el amigo Balzac.
¿Conclusión? Ante la duda…lee. Buen libro, mal libro, siempre te llevará a algún lugar donde no hayas estado antes. ¿Y no es viajar la mejor manera de encontrarse a uno mismo?