La siguiente enseñanza de Sawaki Roshi fue un poco difícil de traducir.
En primer lugar, el título nos lleva a pensar que todo mundo asume que los monjes tienen la vida fácil y que Roshi nos va a decir que no es así. En realidad, este texto se refiere a que, en efecto, los monjes tienen la vida demasiado fácil. Las cosas para el monje budista Zen en Japón actual son demasiado fáciles. Se han vuelto perezosos y comodinos.
A Sawaki Roshi se le conocía como el Indigente Sawaki, porque siempre se mantuvo lejos de las comodidades y era un monje sin templo. Pasaba temporadas donde le hacían espacio para dormir, pero vagaba por Japón enseñando el Dharma. Esto lo volvió imparable y muy respetado, pero al mismo tiempo muy criticado.
Siempre promovió que una vida dedicada al Dharma debía ser modesta y llena de retos, de lo contrario se pierde el sentido de existir y el enfoque en la práctica misma.
Entonces, estas palabras del Maestro son un comentario no solo para monjes, sino para todos los practicantes de Zen sobre cómo la vida llena de confort hace que dejemos de esforzarnos para crecer. Entre más comodidad se tiene en la vida, más sufrimiento llega.
Y coincido con el Maestro. Siendo uno de los Ancestros de Grupo Zen Ryokan, sus enseñanzas dan en el blanco y me inspiran para llevar este estilo de vida.
La otra consideración que hace a esta enseñanza un poco lejana para nosotros es que hace varias menciones a cultura japonesa tradicional, que en occidente no entendemos del todo. Por ejemplo, la relación que hay entre una geisha y sus patrocinadores.
Las geisha no son prostitutas, como se puede entender en occidente. Son personas altamente educadas en muchas disciplinas y son contratadas como acompañantes de personas importantes. A menos que la geisha lo desee, no hay contacto físico alguno.
Ellas cobran por sus servicios de compañía y si trabajan bien, el cliente puede ofrecer una propina. Cosa que está muy mal vista por la sociedad y por las geisha mismas. En Japón no existen las propinas. Ofrecerlas es una ofensa a la capacidad y al servicio de la persona.
Este texto hace referencia a una persona rica que ofreció una jugosa propina a una geisha. Esto pone a la persona como alguien de privilegio y ego elevado que ofende a una honorable geisha. Al final él le escribe un haiku donde ve cómo su vida cómoda es poco admirable, en contraste con la de un monje (Bodhidharma).
Finalmente, Sawaki Roshi habla de templos maravillosos en las áreas de Kioto y Nara. Estos templos no fueron construidos para que los monjes entrenaran, sino para acariciar los egos de los patrocinadores y protectores ricos. Por ejemplo, Kinkaku-ji y Ginkaku-ji, tienen sus paredes forradas con oro y plata, respectivamente. Para nada algo útil al Dharma.
Entonces, esta enseñanza de Sawaki Kodo Sensei es un comentario ácido y duro para hacer despertar a los monjes. Se extiende para todos los practicantes del Dharma. La vida cómoda es lo peor que nos puede pasar porque nos vuelve holgazanes y dejamos de esforzarnos.
En tiempos de la recompensa inmediata y donde hemos dejado de educar a los hijos con disciplina, las palabras de Roshi tocan fibras importantes.
Con todo esto de contexto, Sawaki Roshi nos dice…
Otani Kobutsu era una persona famosa en el Periodo Taisho porque una vez le dio una propina de 10,000 yenes a una geisha. Encima de eso, le escribió un haiku:
Mi vida es un desperdicio
comparada con los 90 años
en los que el patriarca se vestía con papel.
Es un buen haiku, pero ¿es lo que podemos esperar de alguien que da una propina de 10,000 a una geisha?
Kinkaku-ji, así como el pabellón dorado de Horyu-ji no fueron construidos para que los monjes practicaran. En lugares como estos, los monjes se pueden ganar la vida tan solo por haraganear ahí.
¿Para qué propósito fueron construidos Todai-ji y Horyu-ji? Al final, solo para albergar a monjes buenos para nada. Entonces no es de sorprender que estos monjes hayan prendido fuego a Kinkaku-ji o Enryaku-ji (Kioto). Lo mismo va para Ginkaku-ji.
En el primer año de la Era Meiji, la pagoda de cinco pisos de Horyu-ji se puso a la venta por 50 yenes, y no llamó la atención de ningún posible comprador. Sin embargo, sí hubo quien comprara la pagoda de cinco pisos de Kofuku-ji por 30 yenes, pero solo la quería para prenderle fuego y poder recoger los detalles de oro al final. Cuando le dijeron que, si lo hacía, todo el pueblo de Nara se incendiaría, mandó a los monjes al infierno. Esa es la única razón por la que esa pagoda sobrevive hasta hoy.
El precio de cosas como estas cambia. No hay nada grandioso en las cosas cuyo valor de venta cambia. Podríamos estar sin ellas. Hay cosas más importantes. Zazen es lo que importa
Puntos de vista obsoletos. Lo que los adultos enseñan a los niños no es otra cosa que puntos de vista obsoletos. Decir que bueno es bueno y que malo es malo, es cosa del pasado. Incluso un vegetal que algún día estaba bueno queda incomible cuando ha pasado su tiempo. Siempre debemos ver las cosas con una perspectiva fresca. Dices «esto es importante», pero ¿qué es importante? No hay nada que sea tan importante. Al morir dejaremos todo atrás de cualquier forma. Los bienes culturales y los tesoros nacionales de Nara o Kioto desaparecerán tarde que temprano. ¡Podríamos prenderles fuego justo ahora!
Últimamente hay templos en Kioto que son hoteles y casas de huéspedes. Es extraño cómo algunas personas no pueden pensar más allá de dinero y comida.
Un monje es alguien que lo ha dejado todo completamente. También significa que ha dejado ir la estupidez de grupo. El monje actual solo quiere aferrarse a las cosas. Por eso son unos buenos para nada.
Cuando le das premios a un gato, pierde el interés por cazar ratones. Un perro consentido ya no vigila. Hasta los humanos dejan de ser útiles para trabajar cuando tienen dinero y se relajan.
Twittear