Paracas, un paisaje desafiante

Por Marcelogardinetti @marcegardinetti

Un museo arqueológico debe encontrar el frágil equilibrio entre la conservación del patrimonio expuesto y su divulgación al público. Un museo de sitio, como el de Paracas, adquiere el reto suplementario de tener que integrarse al paisaje que fue cuna de dicha cultura, que hoy es parte de la más importante reserva biológica y paisajista del desierto costeño peruano.

El proyecto se implanta prácticamente sobre las ruinas de lo que fue su predecesor, destruido por un terremoto en el 2007. Retoma de él su geometría rectangular y su compacidad. Una grieta o falla irrumpe en este volumen, separando las funciones de divulgación del museo como los talleres, sala de reuniones y servicios, sala de exhibición y depósitos para la conservación del patrimonio arqueológico. El acceso a los distintos ambientes que constituyen el museo se realiza por estas "fallas", espacios abiertos que enmarcan el cielo y el vasto paisaje desértico.

La estructura espacial de las salas de exhibición es una hibridación aparentemente contradictoria entre la espacialidad laberíntica y el recorrido en espiral usada por los antiguos peruanos y la espacialidad contemporánea, fluida y transparente. Las exigencias ambientales del desierto de Paracas y las exigencias museográficas de la colección son resueltas gracias a un "dispositivo de corrección ambiental" que define el partido arquitectónico y museográfico. El dispositivo está compuesto de una farola corrida, bajo la cual se encuentran los espacios de transición entre las salas de exhibición, o espacios de circulación, según las necesidades y su posición en el proyecto. Este dispositivo permite controlar la luz natural, la luz artificial, la ventilación natural y la refrigeración de los distintos ambientes. Su geometría reinterpreta la serie y el desfase característico de los tejidos Paracas, que fueron sus expresiones tecnológicas y artísticas más resaltantes.

La edificación está construida enteramente con cemento puzolánico de aspecto rojizo, resistente al salitre del suelo árido. Así, el concreto expuesto y el cemento pulido que constituyen su materialidad adquieren un color rojo que se mimetiza con los cerros vecinos, sin necesidad de aditivos o colorantes.

La pátina dejada por los constructores en el cemento pulido que envuelve las salas de exhibición confieren al museo un aspecto cerámico que se asemeja al acabado de los ceramios precolombinos que se exhiben en su interior.

Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse Investigación y gestión de información: Dolores Gómez Macedo

Ficha Técnica

Ubicación: Reserva Nacional de Paracas - Ica, Perú

Calendario:

concurso: agosto 2008

proyecto: octubre 2008 - marzo 2010

obra: junio 2011 - mayo 2012

apertura: julio 2016

Autores del proyecto: Sandra Barclay y Jean Pierre Crousse

Asistentes: Rodrigo Apolaya

Ingeniería Estructural: Ing. Antonio Blanco

Cliente: Agencia Española para la Cooperación Internacional (AECID) - Ministerio de Cultura

Contratista: Consorcio Paracas

Área Techada: 1,220 m2

Costo: 865 000 USD

Principales materiales: Concreto expuesto, revoque en cemento pulido (paredes exteriores), revoque y pintura (paredes interiores) cristales templados con carpintería de aluminio, pisos en cemento pulido

Fotógrafos: Cristóbal Palma / Erieta Attali / Jean Pierre Crousse

Premios: Sandra Barclay Arquitecta del año 2018 por el Museo Paracas, Women in Architecture Awards, Architectural Review, Londres

Proyecto Nominado al Mies Crown Hall Americas Prize, Chicago 2018

New Culture Destination of the Year - Leading Culture Destinations (LCD) Londres 2018

Premio al Diseño Arquitectónico - XX Bienal Panamericana de Quito BAQ 2016

Primer Premio categoría Cultura - XII Bienal de Arquitectura del Perú, 2012

Fotografías:

TECNNE | Arquitectura y contextos

Foto de portada: Cristóbal Palma; Fotos de Gañleria: 1 a 4 Jean Pierre Crousse; 5 a 7 Erieta Attali; 8 a 15 Cristóbal Palma