(2011-2012)
En mi afán por descubrir como relacionar mi trabajo fotográfico con mi historia personal, se dio hace un par de años, cuestionarme el compromiso que empezaba a desarrollarse en mi proceso fotográfico.
Una infancia plagada de recuerdos claro-oscuros y sin sabores son el punto de partida. Un juego de espejos morales donde la representación del lugar es insuficiente, y por eso se plantea el trabajo como la necesidad de lo real más allá de la imagen.
Y aunque la autobiografía exige un relato, para la construcción de esta narración, me he servido de imágenes morosamente construidas en torno a la idea de la evocación, que derivan en la levitación; una liberación sobre el dolor.
La obra se divide en tres partes, en las que me he servido de la fotografía sin expresión, como una reacción a la fotografía documental, como una especie de gimnasia deportiva e intelectual con la que esculpir y componer imágenes para captar el gesto revelador, el tema a la altura de la acción.
La primera parte (I) se construye a partir del blanco y negro, pero sin usar el recurso fotográfico del blanco y negro en la misma imagen. Imágenes negras e imágenes blancas que se complementan y establecen un diálogo entre sí.
La segunda y tercera parte del trabajo; (II) y (III) son la respuesta a las preguntas formuladas en esa primera parte. La investigación y la relación entre el tiempo interno y el tiempo del mundo, excavando en el mundo de los recuerdos, archivando y documentando el yo. Cuestionando la presencia y el tiempo presente, deformando el pasado y afrontando el futuro como un concepto subjetivo, que deconstruye y cambia las condiciones presentes.
Texto: Pascual Martínez
Más información sobre Pascual Martínez