Paseo fotográfico por las postales

Por Marcelo Caballero

Siempre que se visita una nueva ciudad, un entusiasta de la fotografía urbana tiene que hacer algo a priori antes de fotografiar. Es como una previa de investigación visual.


Passeig de Gracia, Barcelona (c) Marcelo Caballero

 Apenas uno llega a un aeropuerto, estación de buses o trenes, hay que dirigirse a cualquier kiosco de diarios y revistas o negocios de recuerdos y regalos cerca. Y observar detenidamente las postales de la ciudad y decirse a si mismo: “esto es lo que no debo hacer”. ¿por qué?La respuesta tiene varias lecturas.En una primera aproximación,  sirve para reflexionar sobre cómo deseo resolver los problemas visuales comunes que conllevan estos lugares de postales: lugares muy visitados y turísticos. E intentar (aunque no se logre) realizar algo distinto. Es todo un desafío, de verdad.La semana pasada estuve en Oporto y me encontré con el gigantesco mural de azulejos de la Capela das Almas (una de las postales más comunes de esta gran ciudad portuguesa) e intenté algo diferente. Espero que lo haya logrado y les guste.

Capela das Almas, Oporto 2016 (c) Marcelo Caballero


Una segunda aproximación sirve para entender donde van la mayoría de los turistas e ir en dirección contraria. Salir de los espacios públicos turísticos es adentrarse en la vida cotidiana del local. Salvo que quieras hacer un trabajo “a lo Martin Parr”, lo mejor es deambular por la periferia. Te hace ver otros rincones,  más auténticos y valiosos para tu fotografía urbana documental.

Oporto 2016 (c) Marcelo Caballero

Y una tercera aproximación tiene que ver con el tema de la composición. Últimamente me he encontrado con cada vez más postales en donde se utiliza la desaturación selectiva y se deja cualquier objeto (una rosa, una bicicleta, etc) con colores para supuestamente darle mayor potencia visual a la imagen pero que oculta una composición insuficiente o ausencia de un instante realmente emotivo. Esta postal tan kitsch y trillada me hizo reflexionar en positivo sobre otro gran desafío: saber utilizar el color, no sólo por una cuestión estética, sino como un complemento emocional o psicológico de la instantánea y no caer en que sea sólo un salvavidas de una fotografía sin composición. El color (aunque sea mínimo como en la imagen de abajo, en el rojo de los labios de la mujer) debe ir con un buen instante, líneas, diagonales o expresividad. Todo ello puede cualificar tu fotografía.


Vaticano 2015 (c) Marcelo Caballero


Y la vuelta a casa será mucha más feliz.Hasta pronto!


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