Me van a perdonar la retahíla (Las retahílas de burla son versos, rimas y expresiones infantiles que se usan para burlarse o hacer rabiar a otros niños de forma divertida y ocurrente, se pueden recitar o se pueden cantar. Son interesantes a nivel educativo porque ayudan a mejorar el vocabulario, la atención y la memoria, siempre que la burla sea sin mala intención y tomada como un juego de niños) con la que ha comenzado la introducción de la entrada de hoy en el blog, pero quizás mi subconsciente necesite sin más remedio que volver a la niñez, no a la mía como viene siendo habitual, sino a la de mis hijos……
Por ellos, por la juventud y la niñez, por su difícil y duro futuro y complicado presente, hoy Mi Cocina comienza siendo lo más dulce posible.
No hace más de diez años, cuando aún a principio de Otoño, era habitual ir a coger piñas, a cualquiera de los bosques malagueños….todos quedan cerca, a poquísimos e incluso a escasos kilómetros de la capital malagueña.Ésa es otra suerte la que tenemos los que vivimos en la provincia de Málaga, los bosques, las montañas y los valles están muy cerca de la mar.
En Otoño se intercalan los soleados, luminosos e incluso calurosos días con lo normal y lo que se supone que debe ser habitual en ésta época del año, días grises, lluviosos y desapacibles que invitan a pasear por el campo y a disfrutar de ése aire limpio que nos trae los aromas, los paisajes y nos hace recordar los sabores de ésa puerta de entrada al frio invierno. Un otoño que los malagueños no sabemos distinguir, unos dias muy calorosos, otros llueve con muchas ganas.....pero nos pasa casi sin darnos cuenta, así vivimos el otoño malagueño; así, hace años, nos alegraba recibir la lluvia, los dias grises, yendo a coger piñas, a saborear los grises dias de otoño.
¿Estamos listos? Sí....Ya hemos preparado ya el maletero del coche forrándolo que los plásticos correspondientes para no manchar la moqueta, calzado propio para caminar por el campo, chubasquero y enormes bolsas para ir recogiendo las preciadas piñas. Yo pensando en la decoración de mi salón (ésas no se tocan, no se queman.....)
mi marido en usarlas para la chimenea
mis niños pensando en los deliciosos piñones……y en disfrutar bajo la lluvia.
Media hora de camino, quizás en otras ocasiones una o dos horas…no les indico donde, qué más da el sitio, quienes conocen Málaga, saben que sus montes se pintan de verde con los pinos carrasco, el pino negral y los pinos piñoneros….sin olvidar los maravillosos pinsapos ( El Pinsapo es un abeto del mioceno que se presenta como reliquia de los bosques de coníferas terciarios).
La mañana ha amanecido plomiza, gris, presagiando tormenta y comprobamos que las cimas de las montañas se ocultan entre la niebla. Los húmedos vientos de levante hacen que las nubes se refugien en las sierras de Málaga.
Llegamos hasta nuestro destino, el asfalto por fin había desaparecido y allí, el paisaje nos sorprende con el color de otoño pintado en los caminos y en las copas de los árboles, encinas, alcornoques, castaños de tonos ocres, marrones y naranjas…
Reina el silencio roto por el ulular del viento que agita las ramas de los árboles. Vamos caminando al compás del murmullo de un pequeño arroyuelo, con la música del crujido al pisar el hermoso alfombrado de hojas secas y del trino distraído de los pájaros.
Comienza a caer una fina lluvia mientras el paisaje que nos rodea, una masa densa de pinos, apretados, de color esmeralda, brillante por las gotas de agua, se hace cada vez más apretado, la luz penetra con dificultad por la espesura de las ramas … ¡ Poneros la capucha de los chubasqueros y recoged las que podamos antes de que apriete aún más fuerte ¡
Las piñas yacen desparramadas en el suelo embarrado, algunas sobre una cama de hojas secas puntiagudas, a los pies de los troncos de los majestuosos pinos vestidos de lujo por su zona umbría, de verde musgo.
Mientras, llenamos las bolsas y a mi memoria acuden los aromas que exhalan las piñas quemadas en el fuego de una copa, los dedos negros de hollín intentando abrir ésos pequeños cofres donde guardan las piñas su pequeño fruto….el sonido de los golpes intentando romper con una piedra la diminuta cáscara y el sabor inigualable de su delicioso fruto.
Pronto mi chimenea lanzará su tufarada de los aromas de aquellas piñas, secadas al sol en mi pequeño porche, que esperan los frios días de invierno que están por venir.
Y se me apetece comer piñones…ésos piñones que hoy en día puedo comprar en el Mercado de Huelin, que me hacen recordar y cantar para mis adentros aquella canción infantil que les cantaba a los niños recogiendo las piñas: Rabia, rabiña…yo tengo más piñas….. mientras llovía y caminábamos por los montes de Málaga…..la humedad, la lluvia, el viento, el otoño….me hacen recordar ésa sensación de libertad, me recuerdan por qué mi memoria tambien alberga sonrisas.
Preparo en Mi Cocina….un dulcísimo bizcocho de miel y piñones…..con sabor de otoño.
¿Cómo lo hice?
Ingredientes:200 grms. de mantequilla a temperatura ambiente, 120 ml. de miel de flores, 100 grms. de azúcar moreno, 3 huevos grandes, 85 gr.s de piñones, 230 grms. de harina especial repostería, ralladura de un limón y un sobre de levadura.
Para el glaseado Una cucharada pequeña de ralladura de limón, dos cucharadas soperas de zumo de limón, 25 grms. de piñones y seis cucharadas soperas de miel.
Los pasos a seguir:
Precalentar el horno a 160º C.Engrasar con un poco de mantequilla un molde (circular de unos 20 cm), forrar la base con papel de hornear.
En una cacerolita poner la mantequilla, la miel y el azúcar, calentándolo a fuego lento y removiéndolo bien hasta que la mantequilla se haya derretido y todo esté bien mezclado.
Apartar del fuego y dejar enfriar unos diez minutos, pasándolo a un cuenco.
En un cazo dorar los piñones con mucho cuidado de que no se lleguen a quemar, sólo que se doren.
Guardar una cucharadita de los piñones y añadir el resto a la mezcla junto con la ralladura del limón.Remover bien
Echar la masa en el molde y esparcir el resto de piñones por encima.
Meterlo en el horno y hornear aproximadamente durante una hora (o hasta que introduciendo un pincho, al insertarlo en el pastel salga limpio).
Sacarlo del horno y dejarlo enfriar antes de desmoldar.
Preparar mientras el glaseado echando la miel en un cazo, los piñones (que ésta vez no estarán tostados), el zumo de limón y la ralladura de limón y calentar a fuego lento.
Desmoldar el bizcocho y echar el glaseado por encima, pintando con una brocha toda la superficie y distribuyendo los piñones….
Hoy en memoria de todos los que sufren.
“La oscuridad de la noche es un saco que rebosa el oro del amanecer” (Rabindranath Tagore)