Hay días que a pesar de ver por las estadísticas la cantidad de personas que a diario se asoman a ésta pequeña ventana, aunque sea de pasada, incluso se animan a entrar en ella e ir descubriendo lo que durante poco más de siete años he ido escribiendo, publicando y compartiendo durante todo éste tiempo, me invade la sensación de que estoy “hablando” en silencio, que mantengo una conversación, de que describo como cocino y qué cocino para mi misma y nadie o muy pocas personas me lee y me escucha.
Soy consciente de que mi blog, dentro de éste mundillo bloguero gastronómico no es casi nada especial; conforme va pasando el tiempo compruebo que se valora muchísimo más “el continente que el contenido” y me pregundo ¿de qué sirve tener más de mil doscientas cincuenta recetas? ¿de qué me sirve hablar sobre el origen de un producto, de mi búsqueda de las raíces de un plato? ¿de aunar las recetas tradicionales de mi familia, las que considero “típicasmalagueñas”?..por cierto que mal denominé éste apartado.
En esos momentos en los que la duda de seguir o no publicando recetas me sacude al ponerme frente al teclado, me gusta pensar que hay personas ahí fuera que te apoyan sin que te des cuenta, que me escuchan en silencio dejando un “me gusta” en google o un comentario al pie de la receta….e incluso por las redes sociales, donde procuro “asomarme” sobre todo para decir: “Mi cocina” está funcionando, siguen los fogones encendidos…pasen, pasen…..
Quiero creer que con ésas personas que me hacen ver que están ahí, que comentan que de algo les sirve mis recetas, que las hacen, las prueban o les gusta que en gran medida saben que cuando escribo y comparto estoy poniendo una parte de mi misma, que intento animar a que cocinen, a que prueben y experimenten en la cocina, estoy creando una conexión virtual con ellas y que Mi cocina les inspira para conseguir su objetivo: aprender, conocer, descubrir o recordar una receta.
¿Merece la pena escribir un blog? Me pregunto no una, muchas veces….y recuerdo aquella frase de Benjamin Franklin: “Si no quieres perderte en el olvido tan pronto como estés muerto y corrompido, escribe cosas dignas de leerse, o haz cosas dignas de escribirse.”
Espero con el blog, con Mi cocina, no caer en el olvido……y que las recetas que describo sean dignas para que merezcan ser escritas.
Hoy, les propongo un paté…..un delicioso aperitivo, con el que sorprender en casa, natural, delicioso e ideal para tener siempre a mano como aperitivo.
¿Cómo lo hago?
Ingredientes para dos tarrinas (aunque pueden realizarlo en cualquier tipo de molde):
150 grms. de hígado de cerdo, 50 grms.de bacon ahumado, 100 grms. de magro de cerdo picado, una cebolla pequeña (blanca, de las de tipo cebolleta),una copa de coñac, una cucharadita pequeña (de las de café) de pimienta blanca molida, una cucharadita pequeña de nuez moscada, un bote pequeño de nata, dos huevos, sal y una tarrina de mantequilla (suelo usar de cualquier marca blanca, de las que venden en los supermercados).
Los pasos a seguir:
Precalentar el horno a 180º C. mientras:
Cortar la carne de cerdo y el hígado en trozos pequeños (esto se lo pueden pedir al carnicero)
Cortar la cebolla igualmente en trozos pequeños.
En una cacerolita echar un trozo de mantequilla, poner al fuego y una vez que esté derretida echar la cebolla, dejándola pochar un o dos minutos.
Cuando comienza a estar transparente añadir el hígado, la carne de cerdo y el bacon, removiendo todo el conjunto, dejándolo dorar.Salpimentar al gusto e incorporar la nuez moscada, removiendo bien.
Agregar el coñac, remover y dejar unos minutos que se evapore el alcohol. Retirar del fuego.
Echar en el vaso de la batidora y triturar lo más fino posible.
Incorporar la nata, los huevos y seguir batiendo hasta obtener una crema lo más fina posible.
Echar la masa en los recipientes (o el molde) donde se vaya a hornear.
En una fuente especial para hornos, echar agua y sumergir los moldes, de forma que quede el nivel del agua más o menos a la mediación del recipiente donde hayamos puesto la crema del paté.
Meterlo en el horno y dejar que se hagan al baño maria durante unos 40 minutos aproximadamente (dependiendo lógicamente del tamaño y forma de los moldes que se utilicen).
Cuando esté cuajado el paté, sacar del horno y del agua dejándolo enfriar.
Mientras, en una cacerolita derretir la mantequilla, llevarla a ebullición y “espumerearla” retirando con una cuchara la espuma resultante, con ello se clarifica.
Verterla encima del paté y dejarla enfriar a temperatura ambiente hasta que adquiera consistencia.
De éste modo se sella la superficie y puede durar varios días en el frigorífico.Sirviéndola en el mismo molde...
Suelo acompañarlo con pan tostado, ensalada, vino moscatel malagueño y mermelada de frutos rojos.
La entrada de hoy va dedicada a una gran cocinera, una estupenda bloguera que saltó a tener su propio negocio dedicado a la gastronomía, ella es Helena del Valle , en uno de los lugares más bonitos de Andalucía, Almuñecar (Granada).
Su negocio se denomina "El Puchero de Helena", donde ella cocina con corazón, con dulzura y siempre con una sonrisa, consiguiendo que quienes la visitan no sólo alimenten el cuerpo, también el espiritu.
¡¡ Gracias Helena, por estar siempre ahí...por ser mi amiga !!