Pedofilia institucionalizada

Por Pedsocial @Pedsocial

Cualquier psiquiatra medianamente instruido os explicará que la pedofilia es un trastorno del comportamiento adulto erraizada en una inmadurez sexual, una incapacidad de enfrentarse sexualmente a personas adultas y una pulsión por el poder sobre los más débiles. Incluye un abanico de actos, comportamientos, conductas y ideaciones que van desde la mera afición a contemplar imágenes o masturbaciones compulsivas hasta los más abyectos crímenes. En el objeto de la obsesión no siempre se diferencia entre los sexos. La sociedad, sin embargo, condena con mayor contundencia la pedofilia homosexual, una evidencia más del machismo imperante. En cambio, la pedofilia heterosexual femenina cuenta–y desde tiempo inmemorial–con una integración social llamativa.

Casi tres años después de protagonizar una portada en la revista Vogue, se renueva la controversia sobre la modelo infantil Thylane Blondeau al aparecer en la portada de Jalouse. No se trata de juzgar el buen gusto de las revistas de moda, especialmente las francesas, ni la profusión del uso de imágenes y de niños en publicidad. Sólo señalar que existe una pedofilia institucionalizada o digamos, cultural, tolerada de manera diferente según las sociedades.

Pero, y en todo caso, conviene señalar que se mantiene y para el regodeo o interés principalmente de hombres adultos.

Algo tiene que ver la tradición ancestral y extendida del culto a la virginidad femenina. Varias religiones sacralizan hasta extremos del fanatismo la virginidad. Cristianos, budistas, musulmanes, de diferente forma y liturgia, entienden la virginidad como un valor de enorme importancia. Esta va desde venerar la persistencia más o menos inexplicable de la integridad himeneal post-puerperal, hasta considerar la disponibilidad de numerosas mujeres núbiles en un paraíso prometido. Se trata de creencias religiosas y, como tales, respetables en su concepción. Menos respetables, sin embargo, en las connotaciones sociales que imponen o condicionan. En la misma linea de superstición (superstitio significa “por encima” de la comprensión) se incluye la mutilación genital femenina.

Se promueve la virginidad prenupcial y, aparentemente, una forma de asegurarla es que las mujeres sexualmente “disponibles” sean cada vez más jóvenes, niñas. De ahí vienen los matrimonios infantiles que hemos denunciado en este blog desde hace tiempo.

La moda, las modas, las tendencias o La Moda, en genérico, contribuyen significativamente a las construcciones culturales. En todo tiempo, pero especialmente hoy día en la sociedad de la comunicación. Pero, a la vez, se encuentran influenciadas por condicionantes sociales de raíz profunda. La controversia de Thylane Blondeau tiene una visión diferente en Francia que en la Gran Bretaña o los Estados Unidos, con cultura protestante más o menos calvinista, que son más pacatos. Pero por encima se extiende un machismo poderoso.

Como me recordaba recientemente una mujer con amplios contactos en el mundo de la moda de vestir, la frase de Cocó Chanel de que las mujeres se visten para las mujeres pero se desnudan para los hombres, está en el origen de la moda actual del depilado púbico. Tiende a “infantilizar” el aspecto de la mujer desnuda. Otra concesión a la pedofilia.

Conviene tener en cuenta que la defensa de los derecho de los niños tiene muchos frentes, desde la sacristía hasta la pasarela, desde el Corán o la Biblia hasta el Vogue. No lo perdáis de vista.

X. Allué (Editor)