Ahí estaban, puño en alto vociferando consignas de manera perfectamente sincronizadas. Miradas retadoras, el no pasarán por bandera, la sublevación del todo o nada.
La escena se reproducía por la gran determinación de dos pequeños activistas, mis hijos de 5 y 3 años. La perplejidad me superaba, acababa de descubrir que los indignados habían tomado mi casa, que el movimiento Democracia Real Ya