Perder la cabeza por amor o limerencia

Por Angela @moebiusgrupo


   Cuando la doctora en psicología Dorothy Tennov escribió su libro “Love and limerence: the experience of being in love” estaba descubriendo el término perfecto para definir un estado de locura que tiene lugar en algunos procesos de enamoramiento – no en todos – denominado Limerencia. 
   La limerencia consistiría básicamente en ese estado generalizado de locura que nos agita y nos conmueve impidiendo que pensemos en otra cosa que no sea el ser amado. La frase popular “ perder la cabeza por amor” le sienta estupendamente a este proceso psíquico.    La limerencia puede representar únicamente una fase de agitación física y mental que tiene como causa principal el amor hacia a una persona. Hasta cierto punto, los síntomas de esta no se salen de lo normal en lo que concierne a un enamoramiento natural. Sudoración excesiva, palpitaciones, confusión, sensaciones de levitar y las hormonas agitadas son las claves de esta fase que está marcada principalmente por el amor romántico . Sin embargo, en ocasiones, esta fase natural se convierte en la limerencia como término psicológico.    Cuando lo que ocurre en una relación es que se comienza a perder la cabeza por amor, la obsesión es lo que empieza a imperar en el cerebro de quién padece este mal personal que, aunque no tiene mayores consecuencias en la mayor parte de los casos, ha sido la causa silenciosa de las muertes literarias más conocidas de la historia.    La limerencia fue la causa de la muerte de Romeo y Julieta o, más bien, la imposibilidad de permanecer juntos debido a la prohibición de sus familias enemigas. Del mismo modo, la historia ha estado pintada de romanticismo y vehemencia con historias de amor que han traspasado la ficción en muchos casos. Pero, ¿de veras es tan cruel este sentimiento amoroso que debería ser dulce y agradable?    Lo contradictorio de la limerencia es que no existe una sola persona que no haya deseado en algún momento de su vida perder, literalmente, la cabeza por amor. Es por ello que la contradicción está servida, debatiéndose la mente entre las construcciones estables de relaciones ya forjadas y el deseo del conocimiento de otros. La limerencia no está carente de un elemento platónico que convierte al objeto de deseo en un ente ideal que se debe poseer.    El grupo vasco Doctor Deseo lo tenía claro y, como ellos, muchos ya sabemos lo que es amar hasta perder la cabeza por amor. Sin embargo, también conocemos sus consecuencias y, aunque nunca deberíamos negarnos sentir, los extremos en materia de sentimientos suelen acarrear consecuencias tanto a nivel físico como a nivel emocional.    La limerencia se convierte en enfermedad justamente cuando la persona que sufre la fijación por el otro, no es correspondida. Es natural que el enamoramiento se dé entre dos personas pero cuando solamente una de ambas lo padece suele traer consigo numerosas consecuencias, impidiendo llevar a cabo las tareas diarias.     Hasta tal punto puede llegar perder la cabeza por amor que quienes lo padecen, que puede llevar a depresiones profundas e, incluso, al suicidio. Sin embargo, ¿A quién le han enseñado en esta corta vida a amar con mesura? Nadie nace aprendido y solo los años demuestran qué es el amor para cada uno de nosotros y ese término medio que, al contrario de lo que se suele creer ante esta cita tan conocida, no es un término inmóvil sino que varía de una persona a otra. Conocerse a sí mismo es la clave para determinar cómo quieres amar, cómo quieres sentir y, en definitiva, cómo quieres existir.
Publicado en Lamentees maravillosa
Imagen de Diujando en el viento