La pérdida de audición no tiene porqué desarrollarse exclusivamente en la vejez. A partir de los 20 o 30 años puede producirse una disminución progresiva de la audición.
Muchas veces no le damos la importancia que tiene. Las personas mayores porque asocian el problema con la edad, y los jóvenes porque no suelen admitir que tienen problemas de audición.
Existen varios tipos de pérdida auditiva:
– Pérdida de audición conductiva, en esta pérdida de audición se perciben los sonidos, especialmente los bajos, pero de manera amortiguada.
– La pérdida auditiva neurosensorial, sin entender por qué las personas sienten que no hay una buena conexión entre las ondas sonoras y los impulsos nerviosos. No se envían correctamente los impulsos nerviosos al cerebro.
– La pérdida auditiva mixta, la suma de los dos anteriores.
– Pérdida de la audición central, en este caso es el cerebro que no interpreta correctamente los impulsos nerviosos. Se envían de forma correcta pero se interpretan mal.
– El zumbido, ruidos que se oyen de manera casi continua y más o menos fuerte. Resultan molestos para las personas.
El diagnóstico es simple y no invasivo. Existen varias técnicas de diagnóstico:
– Acumetría, a través de diapasones de distintos Hertzios para identificar el grado de pérdida de audición
– Audiometría tonal supraliminar. Para pérdidas auditivas neurosensoriales.
– Tests: Weber, Schwabach, Rinne y Gelle.
Hoy en día existen muchos avances en audífonos, tanto que pueden resultar casi inapreciables. La mayoría de casos se puede resolver, aunque sea con el uso de audífonos. No se suele perder la audición de manera total.