Siempre el perfume se ha vinculado a una emoción, un momento agradable, en un encuentro romántico, un momento desagradable, si el chofer del taxi usa un aroma dulzón y fuerte que revuelve nuestro estómago, máxime si estamos embarazadas.
Puede recordarnos el nerviosismo que sentíamos cuando nos perfumábamos para la primera entrevista de trabajo o puede llevarnos hasta nuestra infancia y evocar junto a experiencias del pasado, el delicioso aroma de la Colonia Inglesa que usaba nuestra abuela.
Evidentemente, el perfume está ligado a nuestra memoria y el olerlo afecta nuestro cerebro, si bien los científicos todavía no han descubierto la zona del mismo que se activa en ese momento.
En lo que sí hay coincidencia, es en el reconocimiento de la memoria del perfume o del aroma en general. Lo que sí sabemos es que provoca: nostalgia, tristeza, alegría, sensualidad, virilidad, femineidad y seducción, tanto en hombres como mujeres.¿Quién si no, no se ha estremecido en presencia de un bebé perfumado?
El arte de elaborar perfumes fue desarrollado en Egipto, luego los árabes y romanos lo introdujeron en Europa, aunque los griegos ya lo conocían y consideraban de origen divino como todo lo que para ellos era armonioso y bello, atribuyéndole a Venus, ser su inspiradora. Alejandro Magno, por su parte ya lo había experimentado en la India.
Pero, sin lugar a dudas, la cuna europea de la elaboración del perfume fue Francia durante el siglo XIV, pues fue en ese país donde se cultivaron distintas variedades de flores para fabricarlo, convirtiéndose desde entonces en el principal centro de creación y comercio de Perfumes en Europa. Cabe destacar que estos elixiris corporales eran usados sólo por la Nobleza.
". . .Se cree que los primeros aromas creados por el hombre datan de tiempos prehistóricos desde el momento en que casualmente una ramita o resina de un árbol habría caído sobre una fogata que daba luz o mantenía alejada a las fieras. Y a lo largo de las diferentes civilizaciones -para fines ceremoniales, litúrgicos o festejos-, como hoy Francia, cada época tuvo su capital del perfume, por así decirlo. Antes fascinaban los griegos, envasados en preciosos frascos de cerámica, y ni hablar de productos de los laboratorios romanos del barrio Vicus Unguentarium, durante el imperio, y más tarde, los bizantinos. . ."
Vale la pena ilustranos leyendo esta Nota que nos envuelve en una bruma de aromas virtuales, recordándonos que el Perfume no sólo supone un ritual para nuestro cuerpo, sino que además, es una misteriosa energía que se expande en nuestro entorno comunicándonos de una manera u otra con nuestros semejantes del mismo o distinto sexo.