Es un vino que tiene una gran acidez, tanto en nariz (manzana ácida en combinación con el sabor peculiar de las lías, digamos la parte más madura de esa manzana...) como en boca (pera limonera). Tiene una gran estructura, cuerpo y cierta densidad: envejecerá bien durante unos cuantos años. Servido a unos 12ºC, sus 14% de alcohol apenas se notan y cuando gana un poco de temperatura, se llena la copa de los aromas y sabores del campo húmedo y del pasto en otoño, sombra por la tarde junto al hórreo. La botella no es barata (sale por unos 20€), pero sin duda es uno de los godellos que merece la pena ser conocido y bebido. Si es guardado un par de años, la botella ganará no poco, pero ahora mismo ofrece ya buenos ratos de placer. Con la pasta rellena de calabaza de la foto inferior, acompañada de un sencillo sofrito de cebolla tierna, hierbas del campo, pimienta negra y rebozuelos fresquísimos, el vino estuvo superior. Seguro que aguanta también segundos platos de buena entidad: pienso en los pescados grasos que ahora el Mediterráneo nos ofrece, salvajes (lubina, dorada) pero también perdices y codornices.
Es un vino que tiene una gran acidez, tanto en nariz (manzana ácida en combinación con el sabor peculiar de las lías, digamos la parte más madura de esa manzana...) como en boca (pera limonera). Tiene una gran estructura, cuerpo y cierta densidad: envejecerá bien durante unos cuantos años. Servido a unos 12ºC, sus 14% de alcohol apenas se notan y cuando gana un poco de temperatura, se llena la copa de los aromas y sabores del campo húmedo y del pasto en otoño, sombra por la tarde junto al hórreo. La botella no es barata (sale por unos 20€), pero sin duda es uno de los godellos que merece la pena ser conocido y bebido. Si es guardado un par de años, la botella ganará no poco, pero ahora mismo ofrece ya buenos ratos de placer. Con la pasta rellena de calabaza de la foto inferior, acompañada de un sencillo sofrito de cebolla tierna, hierbas del campo, pimienta negra y rebozuelos fresquísimos, el vino estuvo superior. Seguro que aguanta también segundos platos de buena entidad: pienso en los pescados grasos que ahora el Mediterráneo nos ofrece, salvajes (lubina, dorada) pero también perdices y codornices.