Pharmageddon, los medicamentos peligrosos y la medicina comercial

Por Miguel @MiguelJaraBlog

El concepto de “empresa innovadora al servicio de la sociedad” que ofrecen las compañías farmacéuticas y que buena parte del establisment sanitario acepta, está más cerca del que representa la industria del tabaco. Ambos lobbies, venden productos tóxicos, aunque legales, muy consumidos y demandados por la población, gracias a agresivas y sofisticadas campañas de marketing.

Ello requiere la intervención de gobiernos y profesionales para modular sus perniciosas reacciones adversas. Pero es difícil por los variados conflictos de interés que existen entre el mundo de la política sanitaria y el industrial.

Así lo hemos comprobado, documentado y publicado diversos investigadores, entre ellos David Healy que en 2012 publicó su libro Pharmageddon. Este es un término bíblico que aparece en el libro del Apocalipsis, capítulo 16, versículo 16. Se refiere al fin del mundo ni más ni menos.

Lo último que deseo es que mi reflexión se asocie con mesianismos, con interpretaciones catastróficas o teorías “conspiranoicas” pero el caso es que Pharmageddon se ha definido como

“un mundo en el que los medicamentos producen más problemas de salud que beneficios. El progreso de la medicina hace más daño que bien”.

Como se cita en el primero de los enlaces que ofrezco, publicado por el médico Abel Novoa, de la asociación de profesionales por la ética No Gracias

“la industria farmacéutica no puede ser por más tiempo considerada como predominantemente científica sino que, definitivamente, ha pasado a ser promocional, es decir, las farmacéuticas son, hoy por hoy, la industria de marketing más sofisticada y rentable del mundo”.

Necesitamos conocer sus estrategias comerciales y valorar muy críticamente, como hacemos con otros productos de consumo -desde coches a “productos milagro” como las pulseras mágicas- los nuevos medicamentos.

Pharmageddon recoge los argumentos de Ivan Illich y amplía su enfoque. Illich advirtió de los riesgos de la medicalización, de los efectos deshumanizantes y perjudiciales de las intervenciones sanitarias; el sistema médico se ha convertido en una importante amenaza para la salud.

Con la globalización, desde la década de 1990, la industria farmacéutica domina la medicina, la investigación farmacéutica, la regulación, la prescripción… Los valores del mercado influyen significativamente en el estilo de vida, el bienestar y la salud.

Existe un cambio de la medicina científica a la medicina comercial. Un ejemplo de Healy: El caso de la psicosis maníaco depresiva. Una enfermedad que hasta la década de los 90 afectaba a diez personas por millón, merced al marketing de reingeniería del laboratorio Abbott, que sustituyó el nombre de la enfermedad por “trastorno bipolar”, ahora afecta a unas 50.000 personas por millón; una “enfermedad de moda”.

La inminente quinta edición del Manual de Diagnóstico y Estadística de los Desórdenes Mentales de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría, el conocido DSM, dictaminará que todos padecemos algún trastorno mental. Bienvenidos a la era de la medicina comercial.