Posicionado claramente en el bando republicano, y por aquel entonces responsable del Museo del Prado, suyo fue el famoso alegato contra el bombardeo nazi de Guernica, con la realización de su homónimo trabajo. Una obra de carácter post-cubista, plagada de referencias expresionistas e surrealistas, y convertida de hecho en la más famosa de su carrera (Análisis). Con un alma atormentada por la situación de barbarie patria e internacional, sus cuadros giran en torno a la figura humana, esta vez, lejos de las deliciosas formas de su experiencia surrealista. Ahora se trata de un Picasso, en que domina la estética penetrante, angulosa e incluso desgarradora en los rostros, dispuesta sin género de dudas a mostrar los sentimientos desnudos de aquel que los ha pintado. No obstante, también podemos observan durante estos años otras composiciones con temática múltiples y bien distintas, tanto en expresividad como forma, como pueden ser el caso de los retratos. Una etapa esta, finalizada sobre 1945, en la que podríamos decir se mezclan referencias de tipo cubista, surrealista y expresionista, gracias al amplio recorrido y prolífica carrera de su autor.
Cabeza de mujer llorando con pañuelo (1937).
El suplicante (1937).
Mujer llorando (1937).
Cabeza de fauno (1937).
El marinero (1938).
Hombre con helado de cucurucho (1938).
Retrato de Jaime Sabartés como Grande de España (1939).
El jersey amarillo "Dora Maar" (1939).
Retrato de Marguerite Walter (1939)