Me fui a la cama tan tranquila, sin imaginar lo que me esperaba por la mañana; nada más levantar la persiana me encontré con el cielo más negro del mundo, y descolgándose de él cataratas de plata que inundaban la calle de forma loca y descontrolada... vamos ¡que estaba lloviendo a mares!!NoooooooMi mente se aflojó en ese momento, no te voy a mentir, pero decidí dejar el momento de bajón para después del desayuno,porque antes, sin ser persona, no me atrevo a tomar decisiones.
Qué malas pasadas nos juega la vida.Esta es de las pequeñas,casi anecdótica, pero es de las que hace que te des cuenta de que nada tenemos por seguro, y además,ese no es el problema, el problema reside en no saber cómo resolver estas situaciones que nos ponen un poco contra las cuerdas.
Pues ahí estaba yo, desayunando y decidiendo, buena manera de empezar el día...y decidí... vaya si decidí. Me lancé como una loca al salón y comencé a mover sofás y mesas hasta que abrí un espacio en el centro del cuarto... yo iba a celebrar un picnic sí o sí.
Allí que monté el mantel los platos, la comida y la familia alrededor, sentada en cojines, mientras nos reíamos del paisaje tan bonito que se disfrutaba a través de los cristales,que no era,ni más ni menos, que las gotas de agua resbalando por la ventana.
Pues oye, que nos lo pasamos divinamente y aprendí que los momentos de felicidad no se escogen pero pueden pintarse del color que uno quiera.
Así que si vivís uno de esos días en los que el picnic no se puede disfrutar como quisieras,busca una o varias alternativas,porque seguro que, en una de ellas encontrarás el momento feliz que guardarás para siempre en la memoria.... y eso sí que es un regalo de la vida!!