En realidad, el jade es una gema que consta de dos minerales diferentes, la jadeíta y la nefrita. Su dureza lo hace muy resistente, lo que permitió su talla y su aplicación como arma en forma de cuchillos y hachas por algunas culturas antiguas tanto de oriente como de occidente.
Hoy en día se produce principalmente para su utilización en joyería y artes decorativas, para lo cual se talla en piezas más o menos elaboradas. Especialmente valiosas son las piezas finas de jade imperial o jade violeta talladas en filigrana que se utilizan especialmente en pendientes. Me encantan.
Aunque todos asociamos el jade al color verde, hemos de saber que el jade puede ser de muchos colores, que van desde el verde esmeralda intenso, el más apreciado y conocido como jade imperial, pasando por muchos tonos de verdes, botella, gris, verde manzana, blanco, amarillo, tostado, rojo, violeta, etc. Todo depende de los minerales que forman parte de su composición y que lo tiñen naturalmente. Así, el jade imperial debe su color al cromo, los jades marrones y verdes oscuros, están teñidos por hierro y los malvas por el manganeso.
En los mismos yacimientos y también llamado jade, se extrae la serpentina, que es una piedra de aspecto similar pero más blanda y que por tanto se trabaja mejor.
Distinguir el jade auténtico de imitaciones de caledonia, serpentina o cuarzo es difícil a simple vista, así que si se busca la comprobación lo mejor es acudir a un joyero o gemólogo de confianza que certifique la autenticidad de la piedra
Veréis a continuación el detalle de dos piezas de jade tallado de diferentes colores procedentes de China que he utilizado como colgante en dos collares.
Importante saber que cuanto más uniforme sea su color, mejor calidad de jade.
Las principales regiones productoras por orden de importancia se encuentran en Myanmar, China, Canadá, Guatemala, Japón, Kazajistán, Nueva Zelanda, Australia, Brasil y Rusia.
El jade, como el oro y otras piedras preciosas tiene montones de mitos y de historias reales detrás de él. Desde el mito del Emperador de Jade como explicación de la creación del Universo y del triunfo del bien sobre el mal que me cautivó y que utilicé para dar nombre a una colección de joyas, hasta la fiebre del jade -equivalente a la fiebre del oro californiana- que se vivió en China a mediados del siglo XIX.
En la exposición titulada "Imágenes para la inmortalidad en la dinastía Han" , dinastía que gobernó China en la Antigüedad y que fue contemporánea del Imperio Romano y que se pudo ver en la Catedral de Santo Domingo de la Calzada, y en otros enclaves de la Rioja, se expusieron varias piezas de jade antiguo. Pero lo que más atrajo mi atención fue esta mortaja de difunto hecha con láminas de jade cosidas con hilo de cobre.
Las creencias de los antiguos chinos les llevaban a embalsamar y conservar los cuerpos de los difuntos para prepararlos para la vida del más allá y qué mejor acompañamiento que el jade para ese viaje, dadas las propiedades protectoras y mágicas que se le atribuían a esta piedra semi-preciosa.
Ya en las primeras dinastías se colocaban a los difuntos discos de jade en la boca o encima del pecho buscando la protección del muerto también en la otra vida.
Pero volvamos a la actualidad y a la realidad de nuestros sueños. ¿Qué os parecen estas magníficas piezas de alta joyería elaboradas con jade?
Para terminar, os muestro dos collares diseñados por mí en los que utilicé piezas de jade tallado combinado con plata y otras piedras semipreciosas. ¡Espero que os gusten!
¡Buenos días y buena suerte!