Domaine Pignier, G.P.S. 2013. Vin Blanc d'Antan.
Conocen su tierra y sus uvas desde hace siglos. Saben de dónde vienen y tienen claro qué quieren decir con sus vinos. Tienen el don de la acidez natural. Poseen la frescura del paisaje y de su clima. Y han encontrado su voz, quizá una de las más puras, en su Vin Blanc d'Antan. Vino blanco de Côtes du Jura, en Montaigu. Cultivo biodinámico. Vinificación con levaduras indígenas y sin sulfitos añadidos. La pureza de los montes del Jura en la copa. Sin más intermediación que la de los Pignier. 11,5%.
G. por Gamay blanc (nombre antaño de la chardonnay). P. por Poulsard. S. por Savagnin. Tres de las uvas que hablan sin tapujos del Jura. Tres uvas que son vendimiadas, prensadas y fermentadas juntas. Como se hacía antaño. No creo que se trate de un afán de recuperación arqueológica. Más bien es una declaración de principios: estas montañas tienen muchas tradiciones vitícolas y una de ellas, puede que la que la edad contemporánea se ha comido con mayor rapidez, sea la de la vendimia y fermentación conjuntas. Un vino blanco como los de antaño para decir, hoy, que algunos ya estamos hartos de ambigüedades, de medias tintas y de oscuridad. La radicalidad discreta acompaña a la belleza de este vino y se puede describir en pocas palabras.
Manzanas ácidas en un pastel. Electricidad. Energía. Levaduras de París y en pan ácimo. Yesca y pedernal. Explosión de vida. Peras limoneras. Más levaduras: el pintor de la vida llena su paleta con ellas y nos habla de fruta escarchada, de kamut, de lemon curd. Melisa.
Un vino para dar un beso de despedida al verano y saludar con alegría a los primeros colores, aromas, sabores y sonidos del otoño. Bebido a la espera y durante la luna llena de septiembre, más grande, bonita y roja (¿eclipsada?) que nunca. Bebido en día de luz y flor, con la órbita de la luna ascendente. Un vino precioso.
La foto de la luna llena roja procede de Sciencecontrol.