Su uso más común es el de crear una transición uniforme entre dos colores. Como la mayoría de los pinceles, se comercializa con diferentes grosores, longitudes y tipo de pelo, dependiendo de los resultados estéticos que busquemos. Cuanto más largo sea el pelo más efecto nebuloso creará, y cuanto más duro sea más enérgica se apreciará dicha transición. Con respecto a las técnicas, el pincel de abanico se suele usar con el óleo y el acrílico, por tener buena consistencia y espesor. Para que su uso con el temple sea óptimo, éste debe tener el suficiente cuerpo, y no es nada habitual en las acuarelas por su naturaleza líquida. Dentro del campo del dibujo, es de gran utilidad en las técnicas secas para difuminar el pastel o el carboncillo. Otro uso menos ortodoxo, aunque igualmente lícito es el de aprovechar la forma del pincel para representar hierba, césped y demás parafernalia vegetal paisajística. No es nuestro uso preferido, pero no podíamos hablar del pincel de abanico sin mencionarlo. Como veis, es uno de esos pinceles que tienen más utilidades de las que en principio parece. Un pincel secundario que difumina los cambios cromáticos y que a su vez, permite elegir la propia textura de transición. A partir de aquí, todos los recursos que una mente creativa pueda llegar a imaginar.
Un saludo Chema Senra
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