El pintor Andreas Englund dice que el humor puede ser el vehículo para transmitir ideas que de otro modo sería difícil transmitir. El humor libera sus pensamientos y sus ideas de ser pretenciosas, al tiempo que le abre puertas a caminos y ángulos nuevos.
Andreas Englund nació en Falun, Suecia, en 1974. Ahora vive y trabaja en Estocolmo.
Tal vez sea mi manera de verlo, pero el suyo me parece un humor melancólico. Sus escenas son de un realismo que no deja espacio a ninguna vana esperanza, son descorazonadoras, aunque su super héroe vuele por los aires como es debido, o reúna a un grupo de gente en una celebración. Los puntos de vista son contemporáneos, los hemos visto en las películas, los comic, la televisión, y tienen ángulos propios de una cámara de fotos o de cine, más que de una persona. Su pintura, basada en el dibujo, con trabajo preciso de pincel y escasa materia, me recuerda a la pintura de Mark Tansey, otro pintor que introduce el humor en sus cuadros de factura realista y decimonónica, creando un contraste muy atractivo entre lo que dice y cómo lo dice.
Este super héroe envejecido es tan humano como cualquiera de nosotros, podríamos encontrarlo en la cola del supermercado o en la sala de espera del dentista y eso nos hace vernos a nosotros mismos con una objetividad y una compasión muy instructivas.
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