La radioterapia causa lesiones en la piel. Para combatirlas podemos combinar gel de aloe vera con centella asiática. Si la dermis, zona de la piel interior, se endurece podemos aplicar aceite de borraja, rico en ácidos grasos.
El gengibre tomado tres días antes y tres días después de las sesiones de quimio, además de tomar la medicación recetada por el médico; reduce las nauseas y los vómitos provocadas por estas.
Los aceites esenciales de plantas aromáticas como la lavanda, la rosa, o el geranio, vaporizados en la habitación del enfermo, ahuyentan la ansiedad y calman el dolor.
El cardo mariano tiene efectos positivos contra el daño vascular y el daño hepático provocados por la quimioterapia. El desmodium también sirve para fortalecer el hígado. Baja considerablemente las transaminasas. Es bueno para el estómago que se hincha, eructos frecuentes, digestiones lentas y gases. No tiene toxicidad.
El ginseng es ideal para combatir el cansancio provocado por el tratamiento. Esta raíz es ideal para compensar los daños causados, sobre todo, en los glóbulos blancos.
La equinácea refuerza las defensas. Se puede emplear en la quimioterapia para reequilibrar la flora intestinal. Lo ideal es tomarla en cápsulas 15 días al mes o cinco días de cada siete.
Por último, tenemos el eleuterococo, un arbusto que se conoce también como Ginseng siberiano. Se considera uno de los tónicos estimulantes más potentes de cuantos existen.