Poemas en tiempo de coronavirus

Por Lasnuevemusas @semanario9musas

Si la Literatura se nutre de la experiencia vivida, la de esta primavera ha sido tan excepcional que obligadamente tenía que dejar huella en ella.

Es todavía muy temprano para calibrarla, pero seguro que no podremos olvidarla. No creo, como sostienen algunos, que nunca había sucedido nada igual. Este tipos de afirmaciones son propias de quienes carecen de perspectiva histórica. Baste recordar las gripe española de 1918, o, retrotrayéndonos más en el tiempo, la peste negra del siglo XIV. Pero lo cierto es que ha sido una experiencia única (esperemos) y tan marcada que es lógico suponer que ha inspirado a más de uno y lo hará en el futuro (pues la creación se nutre de la distancia en el tiempo, la meditación y la rescritura).

Presento aquí seis poemas nacidos al calor de los acontecimientos, o reescritos, corregidos y acabados de momento en tiempos de coronavirus.

El tiempo detenido se ha adueñado de las aceras.
La noche cae en la tristeza
y el silencio invade el horizonte.
Dos caras sin rostro dibujan su estela en la calle.
No hay ilusión en la mirada,
porque les han arrancado los ojos.
No hay alegría en su sonrisa,
porque les han borrado los labios.
No pueden acariciarse,
porque les han arrancado sus manos.
Vagan en el silencio de la duda, sin alma ni destino.
En lo alto, los pájaros y los aplausos, tejen su canto hacia el cielo.

29/III/2020

Paseo solitario en tiempos de confinamiento

Yo, paseando por las calles.
Calles que se cruzan. Encrucijada.
El aire está quieto. En silencio,
se ha vaciado la luz y se han perdido
los volúmenes y las miradas.
Los colores no brillan. Quietud.
Atravieso la oscuridad de un sueño.

10/06/20

Me he encontrado con el mar
esta tarde y, como yo, se revolvía
buscando una respuesta
a la profundidad oscura

de su misterio.

Masnou, 23/III/20

La vida ha salido de debajo de las aceras
y han vuelto a respirar los árboles;
los semáforos entonan de nuevo
sus guiños acompasados mientras
las primeras sonrisas ya se adueñan
de los parques y los pájaros y cotorras
cantan su felicidad en los columpios de sus ramas
hasta casi tocar el cielo y el azul puro. Yo
por debajo, embozado, incapaz de sentir las caricias,
el corazón tirita lleno de dudas,
siento deshabitados mis jardines
y las avenidas de mi futuro
parecen volver hacia la vida de la oscuridad

y el silencio.

26/VI/20

Mamá se ha ido

Ya ha brotado la mimosa.
Recuerdo: Yo soy pequeño.
Día azul y soleado de invierno.
El camino serpentea a lo largo
de la montaña, como una incógnita.
Mamá corta la mimosa con su sonrisa

para hacer un ramo.

Amarillo y verde
sobre fondo azul y luminoso.
La mimosa vuelve cada año.
Mamá se ha ido.

31/I/20

Oración por los fallecidos

Salgo al balcón y saludo al silencio.
Se han enterrado los olores,
los ruidos se han apagado lentamente
hasta vaciar el mundo de luces,
música y abrazos. Han huido las caricias,
el tiempo ha desaparecido de las aceras
y nos ha dejado abandonados en la nada.
Nunca la vida había provocado
tanto dolor y tanta angustia.
Señor, ¿qué será de nosotros,
de nuestro sol, de nuestro aire?
¿Por qué has borrado la sonrisa
de nuestras miradas y has cambiado
los gritos de alegría por el llanto negro
que deja a su paso la muerte?
¿Borrarás las últimas briznas
que aún ardían en nuestros labios?
¿O te contentarás con dejarnos respirar
en la soledad de nuestros corazones?
¿Tendremos que esperar a que falte el aire
o lo decidirás a tu capricho desde tu límpida morada?

20/III/20

Jorge León Gustá