Polonia conmemoró ayer el séptimo aniversario de la muerte de Juan Pablo II, el papa polaco, líder espiritual para muchos de sus compatriotas pero también apoyo en la lucha contra el comunismo y figura clave para entender la caída del muro de Berlín.
En Varsovia y Cracovia se espera que cientos de fieles se congreguen esta noche para una vigilia en recuerdo del Santo Padre, mientras que en la localidad de Ruda Slanska, al sur del país, decenas de nadadores se turnarán para recorrer en la piscina municipal un total de 9.665 metros, el número de días que duró el pontificado de Karol Wojtyla.
En la plaza Pilusudskiego de Varsovia, la misma donde en 1979 un recién elegido Juan Pablo II celebraba su primera homilía en Polonia y pedía a sus compatriotas valor en su camino hacia la democracia, un laberinto con algunas de las frases más representativas del Papa pretendía hoy acercar a los jóvenes la figura del pontífice.
“El respeto a la vida es fundamento de cualquier otro derecho” o “esforzaos en abrir vuestras mentes y corazones a la verdad y al bien, educándoos en la auténtica justicia y en la paz” son algunas de las frases que pueden leerse en los pasillos de este laberinto, que quiere servir de metáfora de la vida misma, un camino que a lo largo de los años nos ofrece diferentes encrucijadas y alternativas.
Los organizadores quieren recordar así que las enseñanzas del papa polaco siguen estando vigentes y pueden ayudar a recorrer ese camino que es la vida, en la mayoría de casos parecido a un auténtico laberinto en el que el ser humano desconoce hacia dónde dirigir sus pasos.
Para muchos polacos Juan Pablo II es, además de un líder religioso y una autoridad moral, un símbolo de la libertad y de la lucha contra el comunismo, inspiración para el movimiento sindicalista Solidaridad, que con Lech Walesa a la cabeza forzó el final de la dictadura comunista en la Europa socialista.