Quiero empezar aclarando que no estoy a favor de que nadie, ni hombre ni mujer, sufra consecuencias legales por interrumpir un embarazo. Esta reflexión pretende simplemente presentar un giro de tuerca sobre los argumentos de los auto-denominados ‘defensores de la vida’, para dejar en evidencia el machismo y la incoherencia que hay detrás de sus argumentos. El giro consiste en poner la lupa en el papel del hombre en el tema de los embarazos no deseados. Porque en los círculos donde el aborto es considerado un problema social, la mujer es la única estigmatizada: la única a la que se enjuicia, la única que comete delito, y la única que tiene obligación legal y moral de hacerse cargo.
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Siempre, cuando se habla de aborto, tanto los que están a favor de la libertad de la mujer sobre su propio cuerpo, como los que no, entienden que es una responsabilidad exclusiva de la mujer. En eso, parece que estamos todos de acuerdo.
En los pro abortistas esta visión es coherente: si nosotras tenemos derecho a decidir sobre nuestro cuerpo, debemos asumir la responsabilidad íntegramente, tanto si decidimos llevar el embarazo a término como si decidimos que no. Coherente. Vale.
Por su parte, los anti abortistas, en su teórica defensa de la vida, sostienen que la mujer no tiene derecho a decidir sobre su propio cuerpo, porque por encima está el derecho a la vida. Veladamente, lo que realmente se defiende aquí es que la mujer, y sólo la mujer, debe asumir la responsabilidad de haber practicado sexo sin protección, responsabilidad que se traduce en la obligación de llevar a cabo el embarazo hasta su término y hacerse cargo de la crianza de ese bebé. Que las circunstancias en muchos casos sean que ella pueda estar sola, sin el padre, sin trabajo, sin familia y/o sin apoyos, al parecer es irrelevante. Porque para los defensores de la vida, solo importa el derecho a la vida, y no si esa vida va a tener oportunidades. En cualquier caso, parece que obvian el hecho científico de que, para hacer un bebé, hacen falta espermatozoides del sexo masculino.
Porque es paradójico: los anti abortistas jamás hablan del papel del hombre en el tema del aborto/no aborto. Es decir, de la misma manera que se pretende proteger la vida, obligando a la madre a hacerse cargo, ¿cómo es posible que nadie haya pensado que el otro autor de ese embarazo también debería hacerse responsable, tan responsable como la madre? ¿Cómo es posible que hablemos de convertir en delito un aborto porque lo practique una mujer, cuando un embarazo solo es posible previa colaboración de un hombre? ¿No deberían existir para los dos las mismas penas? Si tanto importa la vida por la vida misma ¿por qué sus defensores no buscan jamás corresponsabilizar al hombre de estos embarazos no deseados? En pleno siglo XXI, y con todos los recursos científicos disponibles para comprobar el tema de la paternidad, no caben excusas; al menos, claro, que prohibir el aborto esté concebido como una forma de controlar la sexualidad femenina, exclusivamente, y no la masculina.
Y sigo. Porque ¿no protegeríamos mejor la vida asegurándonos que todos los hijos son reconocidos legalmente por ambos progenitores, para empezar? De esta manera, tendrían más oportunidades, porque tendrían a dos adultos legalmente obligados a cubrir sus necesidades.
Personalmente, prefiero que la mujer pueda interrumpir su embarazo libremente, y no implicar legalmente a los hombres en las decisiones ni responsabilidades. Pero sinceramente, si la idea es que nos amenazan legalmente por interrumpir un embarazo, por coherencia creo que deberíamos sufrir todos las consecuencias, ellos también, porque una mujer no puede auto-provocarse un embarazo no deseado. Y por otra parte, si nos van a obligar a tenerlo, quiero que el estado, por las mismas razones que nos obliga a las mujeres a tenerlo, ponga medios que garanticen que el padre reconoce a su hijo, y que esté obligado a aportar y ayudar en su crianza. Es una solución quizás incómoda, pero lo que realmente quiero argumentar es que sería infinitamente más coherente si con la prohibición del aborto lo que se buscase de verdad fuera proteger el futuro y los intereses del no-nacido.
Que este planteamiento ni se contemple remotamente es una demostración más de la total incoherencia del discurso de los que defienden la vida. Deja en evidencia que detrás de la prohibición del aborto lo que hay es pura ideología, una ideología rancia y machista que no busca proteger la vida, tal y como repiten a modo de mantra, sino controlar el cuerpo de la mujer; que no promueve los valores de la familia ¿qué valores? ¿qué familia? sino la opresión, la injusticia y la desigualdad.
Y si no es así, si esto no es un ataque a la mujer y sí es protección a la vida, que lo demuestre nuestro gobierno y el Ministro de Justicia, incluyendo en la nueva ley prevista para otoño a ambos progenitores, tanto en las responsabilidades como en las consecuencias legales; porque por cada embarazo no deseado, hay un hombre cómplice.
MARS