El primer agradable encuento fue con Oñera, delicado dibujante de árboles y farolas, hórreos y parques, al que sólo conocía por ellos y por sus excelentes escritos y comentarios. Ya en la plaza, mientras nos tomábamos algo, hice este primer dibujo que incompleto quedó e incompleto quedará. Poco a poco fueron acudiendo más, suficientes para irnos juntos a cenar y empezar a conocernos un poco mejor. A la mañana siguiente, sábado 27, retrato oficial en las escaleras de la catedral, aunque todavía se fueron incorporando más amigos a lo largo del día. Abrazos, reconocimiento gracias a reventones claveles, caballetes, bolsas llenas de cuadernos y otros signos visibles. Luego dispersión por los mil y un rincones de Cuenca que da para pintar durante dos o tres vidas.
Vídeos:https://www.youtube.com/watch?v=ZlmGWTNi8xUhttps://www.youtube.com/watch?v=i0EBgabsyDs
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