Acudo al psicólogo porque me obliga mi pareja, mis padres, mi jefe o el sistema de justicia.
Quizás todas estas razones sorprendan a más de uno, o quizás alguna de ellas. El caso es que son habituales. Claro, aquí uno no es el que quiere de entrada ir al psicólogo, con lo que podemos pensar que la cosa no saldrá bien. En ocasiones no sale bien… pero en tantas otras pasa que la persona se engancha y obtiene cosas buenas de venir a la consulta.
El venir de la oreja de padres o pareja a la consulta es realmente común. También pasa en los otros casos cuando hay una obligación por parte de una segunda persona o tutores. Respecto de la pareja, muchas parejas harían bien en acudir antes a la consulta; cuando se ven las orejas al lobo, no cuando ya todo está dañado. Igualmente se acude a la consulta por requerimientos judiciales (informes periciales, por ejemplo)
Mi consejo: acude a la consulta en todo caso. El psicólogo sabrá escucharte, no jugarte y aconsejarte bien. Y si tienes una mínima predisposición a cambiar quizás te sorprenda cómo te sientes.
Quiero un tratamiento y cambiar a fondo.
Seguro que entenderás bien que estos son los casos que más reconfortan como profesional. Si no, piensa en tu propia profesión o en la que te estés preparando. Es como recibir una chequera en blanco de cambio y de posibilidades. Motiva a dar aún más todo lo que como profesional puedo aportar.
Cuando alguien está en el punto adecuado para iniciar un tratamiento psicológico a fondo los cambios serán más profundos, duraderos y más amplios. Además se superarán mejor las dificultades que surjan mediante el proceso. ¡Bien por ti si ahora te encuentras ahí!
Si no, en todo caso los momentos cambian. Uno puede hacer porque cambien mediante determinadas conductas, lecturas, conversaciones, pero el momento de cada cual llega cuando debe de llegar.
Aquí te recomiendo dos buenas lecturas: El poder del ahora, de Eckart Tolle, un clásico del desarrollo personal y Vivir sin miedos, de Sergio Fernández.