El jengibre es una planta aromática, que se emplea hace más de 5.000 años en países como China o la India. En realidad, se trata de un tubérculo de sabor picante y color marrón, muy utilizado en gastronomía. En su composición destacan los aceites esenciales, las vitaminas, los minerales y los aminoácidos.
El jengibre crece en muchas zonas del planeta y es fácil encontrarlo en mercados de China, Perú, India, Australia o Jamaica.
Composición y propiedades del jengibre fresco
Limonelo, canfeno y citroneal son algunos de los aceites esenciales que forman parte de la composición del jengibre. Este tubérculo también destaca por su alto contenido en vitaminas B y C, calcio, fósforo, cromo, aluminio, ácido ascórbico, ácido linoleico, antioxidantes etc.
La fibra y el gingerol son otros importantes componentes del jengibre. El segundo de ellos es el culpable del sabor picante característico del tubérculo.
Las propiedades del jengibre se conocen desde tiempos inmemoriales. No en vano, es una de las plantas más usuales de la medicina tradicional china. Se utiliza para combatir enfermedades del aparato respiratorio, artrosis y problemas digestivos. Estamos ante un producto natural anti-inflamatorio, que ayuda a eliminar el estrés, las migrañas, los dolores musculares o menstruales etc.
El jengibre también es un buen aliado para perder peso. El motivo radica en la capacidad de esta raíz para acelerar el metabolismo. No obstante, no es recomendable ingerir el tubérculo durante el embarazo y la lactancia. Cuando tomamos una infusión de jengibre notamos inmediatamente un efecto saciante, que ayuda en gran medida a las personas que desean adelgazar.
Se ha demostrado igualmente la eficacia del jengibre a la hora de prevenir mareos y náuseas. Además, favorece la circulación de la sangre y es capaz de reducir los niveles de colesterol.
Por si todos estos beneficios fueran pocos, el jengibre natural o en infusión refresca la boca, combate el mal aliento y resulta ideal para las tensiones físicas o emocionales.
No obstante, es importante saber que también posee algunos efectos secundarios: puede interferir en la correcta formación del feto, por lo que se desaconseja a embarazadas y madres lactantes. Igualmente, sus efectos pueden solapar los de ciertos medicamentos. Aunque es beneficioso para algunos trastornos gástricos, puede agravar úlceras o gastritis. Como siempre, lo adecuado es consultar al médico en estos casos.
Cómo tomar el jengibre
Lo habitual es tomarlo en infusión con limón. Para prepararla basta con utilizar un litro de agua por trozo de raíz. Cuando el agua esté hirviendo se incorpora el jengibre y se deja reposar alrededor de cinco minutos. Puede acompañarse también con miel, naranja e, incluso, manzanilla. Como el sabor del jengibre es fuerte, estos otros productos contribuyen a endulzarlo un poco.
El jengibre puede ingerirse fresco, seco, en conserva, confitado, en infusión y en polvo cuando se emplea como condimento. Se ha comercializado recubierto de chocolate, cristalizado, en lonchas, en palitos, en cápsulas etc. Es posible congelarlo durante meses para que mantenga intactas todas sus propiedades.
En resumen, el jengibre es un producto que ofrece un sinfín de beneficios para nuestro organismo. Los orientales han sabido exprimir magníficamente todas sus propiedades y potencialidades. Si lo tomamos de manera continuada, sin embargo, hemos de consultar con nuestro médico, para evitar algunas complicaciones o interacciones con determinados medicamentos.