Sea cual sea el caso, es muy importante seguir la pauta marcada para que el antibiótico funcione correctamente.
¿Y por qué esto es así?
Cada toma contiene una determinada cantidad de principio activo. Al tomarla, éste pasa a la sangre y fluye por todo el organismo. Cuando el organismo empieza a eliminarlo a través de los riñones o el hígado, la concentración disminuye. Antes de que la cantidad de antibiótico en sangre sea insuficiente es necesaria una nueva toma. Pero no es tan sencillo como esto, si se retrasa mucho la toma puede no bastar una nueva ingesta.
Para que un antibiótico haga efecto, debe llegar a la parte del cuerpo donde se localiza la infección en cantidad suficiente y de forma continuada. Eso se logra en el llamado estado de equilibrio estacionario, es decir, cuando la cantidad de fármaco que entra al organismo es igual a la cantidad que sale y se mantiene una concentración constante en sangre.