Investigadores de la Universidad Carnegie Mellon y el Centro
Médico de la Universidad de Rochester estudiaron a jugadores utilizando dispositivos,
para medir la fuerza de aceleración, en sus cascos. Los cerebros de los
jugadores fueron escaneados con resonancia magnética antes y después de una
temporada de juego. Encontraron que más de dos tercios de los jugadores
experimentaron una disminución en la integridad estructural de su cerebro, específicamente
una reducción de la materia blanca en el mesencéfalo y la magnitud del daño de
la materia blanca estaba correlacionado con la cantidad de golpes en la cabeza
que los jugadores sufrieron. La relativa rigidez del mesencéfalo hace que
absorba las fuerzas de manera diferente de los tejidos blandos circundantes, lo
que lo hace biomecánicamente susceptible a las fuerzas causadas por los golpes
en la cabeza. El mesencéfalo admite funciones como los movimientos oculares,
que se ven afectados por conmociones cerebrales y golpes en la cabeza. Este
estudio que se publica hoy en la revista Science Advancessugiere que
las imágenes de resonancia magnética de difusión del mesencéfalo podrían ser
una forma en el futuro de diagnosticar una lesión traumática en la cabeza o una
conmoción cerebral. En el contexto la acumulación de muchos golpes consecutivos
fundamentalmente provocarían daños a largo plazo en el cerebro de los jugadores.