¿Te has preguntado porqué odias a los optimistas? Sí, esas personas molestas que siempre saludan, todo mundo sabe quién son, organizan el pastel de cumpleaños y siempre están pensando en la siguiente fiesta o reunión.
Son aquellos que saludan a todos, siempre están muy bien arreglados (aunque sean feos) y tienen esa estúpida sonrisa en la cara.
Y te molestan porque, ¿cómo es posible que alguien esté de buenas todo el tiempo? ¿Qué nadie se da cuenta que son unos hipócritas?
No tengo dudas de que deben haber personas que realmente quieran engañar a todos con un acto público de optimismo y buena vibra, cuando no todo en la vida es dulce. Quizá encuentren mucho provecho en organizar el pastel oficinal (cortado con circulito en el centro) y se sientan reafirmados cuando todo mundo los saluda.
Pero te son molestos por una razón: no aceptas que haya alguien que esté genuinamente de buenas 24 horas al día.
Claro que por otro lado, también están los optimistas auténticos.
Una persona optimista de verdad es la que siente todo lo que una personal normal siente. Se enoja, tiene días malos, se entristece y llora con la separación.
Pero la gran diferencia entre un optimista de pose con uno real, es que el último está atento a sus emociones, deja que fluyan y se recupera en un corto tiempo.
Y es que estar de buenas es todo un arte que necesita entrenamiento y ganas para en verdad entender que no todo en la vida es oscuro.
En el budismo estudiamos las Cuatro Nobles Verdades y la primera nos dice que la vida incluye el sufrimiento. Al comprender esto, sabemos que así como hay tristeza y abusos, también existe la sonrisa y el cariño por todos los seres vivos.
Al asumir que tu día estará lleno de personas y situaciones difíciles, estás aceptando la materia prima que tienes para construir el mejor día de tu vida.
Y sabemos que hoy es el mejor día porque todo en el universo es impermanente. Nada dura para siempre y eso es el combustible para que aprecies cada segundo que pasas en esta gran aventura.
No podemos estar de buenas todo el tiempo y sería ingenuo creerlo de corazón.
Pero podemos disfrutar lo que somos y lo que tenemos tan sólo por un día.
¿Mañana? En verdad no importa.