(Autor Texto y Collage: Víctor José Guindo Singh)
El abanico se va cerrando hasta una última línea de brillo, opuesta y simétrica con aquella primera que se formó quién sabe cuándo… y comienza a gastarse sobre sí misma, punto a punto… hasta el último: brillante, redondo… Y yo, desesperado, tratando de conjurar este espejismo… que ya no es más!
El pánico se apodera de mí; ahora debo cerrar la puerta porque Algo puede saltar hasta Aquí a través del vano desprotegido… Tengo que cerrar esa puerta… pero no puedo avanzar hasta ella, estoy como fundido con el suelo, unido a él como una escultura pensante… Avanzo con dificultad hasta caer sobre el marco con los brazos abiertos y comienzo a tantear en busca de la hoja, los goznes… pero no hallo nada en esta cara del muro…; entonces debo buscar en la cara opuesta, haciendo que mis manos lleguen hasta ella a través del vano abierto… Debo quedar, de esta forma, a merced del otro espacio… Un sudor frío recorre mis piernas y cuello… Siento en la boca un sabor a sal…; cruzo una mano hacia el otro lado; tanteo en la pared… Nada…