Pósito de Huéscar

Por Redfundamentos @redfundamentos
OBRAS

PÓSITO DE HUÉSCAR · 14/07/2014

El edificio del antiguo pósito (construcción destinada antaño a la acumulación de grano en época de abundancia) de la ciudad se localiza en las proximidades de la Torre del Homenaje, en el lugar donde se emplazaba la fortaleza de Huéscar.

Aunque se conocía su existencia e, incluso, se sabía de su ubicación en el recinto amurallado, no se había establecido con seguridad su emplazamiento. De modo que, en el momento de la intervención, resultó ser todo un descubrimiento que aquella construcción, antigua Escuela de Música, que se pretendía convertir en una Escuela Taller, fuera un edificio tan significativo. El pósito mostraba una planta casi cuadrangular, que se respetó, y cuya irregularidad se explica por el hecho de estar construido adosado a la muralla. También se mantuvo la estructuración interior en torno a cuatro columnas y a una serie de pilares adosados a los muros, sobre los que descansa la armadura de colañas que soporta el forjado (de densa viguería, dado el pesado volumen que, por su uso, debía sostener) del segundo piso y la cubierta. En la intervención, además, se recuperaron y limpiaron parte de los materiales originales, a los que se sumaría el uso de la madera. Jiménez Torrecillas fue también el encargado de restaurar la cercana Torre del Homenaje y decidió utilizar esa madera de manera similar en ambas obras de modo que se creara un vínculo entre estos dos edificios patrimoniales rescatados y transformados en el siglo XXI.

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El pósito de Huéscar. Por Antonio Jiménez Torrecillas (extracto de la memoria del proyecto)

Mientras trabajábamos en la Torre del Homenaje de Huéscar, el Alcalde consiguió la financiación para la creación de una Escuela Taller con el objetivo de rehabilitar, a escasos metros de la Torre, el edificio de la antigua Escuela de Música. Tras las prospecciones arqueológicas, resultó ser el pósito de la ciudad. La precariedad de medios económicos con los que contábamos hizo que recicláramos los fustes sobrantes de la Torre del homenaje y construyéramos con ellos el volumen inconcluso del Pósito. El maestro ebanista Pepe Valero, que en ese momento colaboraba con nosotros en la Alhambra en las obras de adecuación del Palacio de Carlos V, nos acompañó a Huéscar y nos enseñó a todos desinteresadamente las técnicas de restauración para las maderas originales. Pero lo verdaderamente clave para el desarrollo de estos trabajos fue la ilusión y el entusiasmo de dicha Escuela Taller, dirigida por Cordi Navarrete. En ningún momento de la obra la hubiéramos cambiado por la empresa más especializada del mundo.

El objeto del proyecto de intervención en el antiguo pósito de Huéscar era la realización de los trabajos necesarios para la adecuación y puesta en valor del mismo. El proyecto pretende aportar al casco urbano un edificio donde desarrollar actividades sociales de índole diversa. Nuestra intención era detener su degradación y contribuir a su estabilidad estructural y durabilidad, así como profundizar en el conocimiento de Huéscar, su trazado y evolución histórica.

El pósito se localiza entre las actuales calle Barrueta y la calle Alhondiga, en las proximidades de la Torre del Homenaje, en el lugar donde supuestamente se emplazaba la fortaleza de Huéscar. El interés del edificio, por tanto, resulta a priori innegable. Esta consideración de partida se vio confirmada una vez se realizaron los trabajos de limpieza, ya que, desde el principio, pusieron de manifiesto que nos encontrábamos ante una construcción con una entidad relevante para el conocimiento de la estructura urbana de la ciudad.

Madoz relata, refiriéndose al pósito de Huéscar: «...un pósito con 2.600 fanegas en especie, y varios créditos en metálico que ascienden a 140.469 reales procedentes de pedidos hechos por el Gobierno cuyo establecimiento y la carnicería se hallan situados en la Fortaleza, que se cree fue un castillo en épocas anteriores, porque la casa de Alba a cuyo señorío correspondía esta ciudad, cuando nombraba los empleados municipales, el tercer regidor tenía título de alcalde del castillo...».

El almacenaje de los productos agrícolas, dada la densidad y los volúmenes que se guardaban, requería de edificios de gran solidez, tanto en este caso como en el del resto de los pósitos de la época; lo que se traduce en la necesidad de gruesos muros, generalmente de espesores superiores a un metro. Su ubicación al cobijo de murallas o torres solucionaba, al menos en parte, la construcción de muros tan resistentes. Esto último ocurría cuando los recintos amurallados habían perdido su condición defensiva y la ciudad en su crecimiento había desbordado dicho perímetro.

El espacio interior del pósito de Huéscar se estructura, como en su origen, en torno a cuatro columnas y a una serie de pilares adosados a los muros, sobre los que descansa la armadura de rollizos que soporta el forjado del segundo piso y la cubierta. Se trata de un forjado de densa viguería con un alto grado de sobredimensionado, dado el volumen que debía aguantar. Posee dos pisos con accesos independientes a cada uno de ellos. Al superior se llega desde el nivel más alto de la plaza y es usual que se destinara a las dependencias de los encargados. El inferior cuenta con dos entradas independientes a diferentes alturas, una en la fachada principal y otra en el lateral oeste, que sería por donde accederían los carros. El hecho de tener dos entradas, cada una a una cota, parece ser un rasgo característico de este tipo de edificación. Se suelen situar en un solar con fuerte desnivel que permite accesos a diferentes cotas desde los distintos alzados. No olvidemos que la mayoría de las características formales que podamos definir en el pósito responden a cuestiones funcionales. Se trata de una tipología edilicia de almacenamiento y, como tal, hay una serie de requisitos con los que debe contar y que son fácilmente reconocibles. Su ubicación en el límite de la ciudad y próximo a la plaza o espacio abierto donde se celebraban los mercados, se justifica en la necesidad de facilitar el acceso y la carga y descarga del grano. El pósito posee una serie de sillares a nivel del suelo, alineados y distribuidos conformando hiladas perpendiculares entre sí, que tienen como finalidad obtener una cota elevada del terreno, creando una especie de cámaras para preservar el grano de la humedad procedente del suelo. La luz era otro elemento a tener en cuenta, ya que su incidencia directa era perjudicial para los diversos productos almacenados. Los vanos que conserva el edificio no son contemporáneos a su utilización como pósito, ya que su apertura data de un momento posterior relativamente reciente. Sin embargo, hay que tener en cuenta que era necesario tener cámaras ventiladas que permitieran la aireación del grano. Es posible que existieran en la parte superior de los muros elevados, que hoy no se conservan al ser toda la parte alta del edificio producto de una obra posterior.

Por último, cabe destacar el esfuerzo que se llevó a cabo en el pósito original por embellecer una edificación en teoría meramente utilitaria, llegando a asumir elementos propios de la arquitectura palaciega. Puede relacionarse, por un lado, con la intención de solemnizar la “cosa pública” y, por otro, con el hecho de encontrarse en un lugar preeminente junto con el resto de los edificios “institucionales”, lo cual hace imperativo que su ornato externo estuviera en consonancia con el resto de los edificios públicos.

El proyecto se basa en la polaridad de las dos preexistencias fundamentales. Por una parte el recinto amurallado, significado en el tratamiento lineal del muro de tapial, y, por otro, la construcción del pósito en su intradós, como un apósito al mismo. Una estructura espacial frente a la lineal de la muralla, un espacio que puede ser reocupado y dotado de un uso, desproveyéndolo del carácter doméstico que esta singular edificación adquirió a lo largo de los siglos XIX y XX.