Pregón de San Antón 2023

Por Carmina @Carminaenlacoci

El 12 de enero tuve el honor de dar el Pregón de San Antón en mi ciudad, Jaén.

Un honor que nunca pude imaginar, ya que estas fiestas son las más antiguas de la ciudad y además se cumplen 40 años de la Carrera de San Antón, una de las más prestigiosas del mundo deportivo.

San Antón se celebra en Jaén desde el S. XIII, siendo una de las fiestas más entrañables de la ciudad, en la que participan todos los jaeneros, tanto en la Carrera como en la Lumbre.

Aunque hasta hace poco se celebraba el día 16 de enero, la víspera del día de este Santo, se ha decidido celebrarla en el sábado más cercano a ese día, con el fin de que tanto los corredores y corredoras que vienen de fuera, como la gran cantidad de visitantes que se acercan este día, puedan disfrutar con los jiennenses de unas fiestas en las que el fuego es el gran protagonista.

En esta fiesta es tradición preparar lumbres en las que se queman los «tirajitos», o enseres viejos además del «ramón» que son los restos de la poda del olivo. La lumbre la preside un «monigote», que es como un espantapájaros de serrín y ramas al que se le suele meter petardos, que han sustituído a los granos de maíz que se ponía antiguamente, para que el pelele explotara.

Los vecinos se reúnen en torno a la lumbre compartiendo «rosetas» (palomitas en «jaenero»), vino (anteriormente en bota) y cantando y balilando los «melenchones», canciones populares que se bailan en corro. Al final de la lumbre y aprovechando las ascuas que ésta va dejando, se ponen las parrillas para asar los productos de la matanza. Otro plato que no puede faltar para esta fiesta es la calabaza asada, que en Jaén se cultivan con especial cuidado para que salgan lo más dulces posible y así tener un postre delicioso.

Desde hace 40 años, se viene celebrando también la Carrera Urbana de San Antón, una de las más conocidas, que atrae corredores de todas las partes de España, incluso del extranjero.

Jaén es una ciudad con muchas cuestas, por lo que esta carrera es especialmente dura, y durante las semanas anteriores ya hay mucha gente haciendo el recorrido, preparándose para el gran día.

Si algo caracteriza a esta Carrera, es la gran animación del público, que además alumbra el recorrido con antorchas, lo que hace que sea aún más mágico.

Cuando el Concejal de Cultura me llamó para proponérmelo no podía creerlo. Ha sido un reto al que me enfrenté con mucho respeto, teniendo en cuenta las personas de tan alto nivel que me predecedieron.

Este año, y coincidiendo con la presentación de la candidatura de Jaén como Ciudad Creativa en Gastronomía ante la UNESCO, querían que el pregón lo diese una persona relacionada con la gastronomía de mi ciudad. ¡Y parece que dí el perfil!

En el mismo, además de hacer un recorrido por la historia de esta fiesta, la tradición de las Lumbres y la Carrera, me centré en el aspecto gastronómico, en su historia y en sus platos tradicionales , como las rosetas y la calabaza asada. Todo, intentado que fuera en un tono ameno y en ciertas partes, jocoso, siempre con la emoción de los recuerdos que, a lo largo de mi vida, he ido amontonando.

La primera parte la hice con unas rimas un tanto anárquicas, y la segunda en prosa, evidentemente sin pretensiones poéticas, pero sí con todo el corazón y el amor que siento por mi ciudad.

PREGÓN DE SAN ANTÓN 2023

Los jaeneros ya saben

que se acerca San Antón,

y recorren los tajos

demandando ramón.

Padre, ¡poda las olivas

que nos falta un montón!,

y si nos echas los palos

pues, mejor que mejor.

Vecina, esa mesa cojea

¿No la va usted a cambiar?

Nosotros nos la llevamos

que p’a la lumbre irá

¡Queremos tirajitos

p’a las lumbres de San Anton!

Dame la silla vieja

que la nueva la robo yo

Trapos rotos,

alfombras raídas,

sillas sin anea,

mecedoras sin rejilla…

Los capachos viejos

de la almazara

también me los llevo

para que ardan.

¡Que la lumbre de mi barrio

va a ser la más grande,

llena de ramas de olivo

y un monigote gigante!

Que como gritan los chiquillos

entonando la canción,

¡las lumbres de San Antón,

cuatro… sillas y un sillón!

Mi hermano y sus amigos

han “robao” un andamio,

p’a colgar el monigote

Y en la lumbre quemarlo.

¡Pelele hereje!, ¡monigote maldito!,

¡arde fuerte y revienta

con pólvora y petardos!

y llévate los problemas.

Y que esta hoguera

purifique el aire,

prevenga la enfermedad

y mis bestias sanen.

Que San Antón Bendito

cuide mis animales,

los bendiga y los proteja

de todos los males.

Vigila que no nos roben

los del barrio de al lado,

que aunque van de listillos

somos mas “avispaos”.

¡Que somos de San Ildefonso

y no lo negamos,

y a los de la Alcantarilla

por saco le damos!.

Y entre chiquillos con ramas,

a los corredores se ven

entrenando por las cuestas,

p’a la San Antón correr.

Que esta dura carrera

de subidas y bajadas,

sólo pueden terminarla

las piernas más entrenadas.

¡Animad a los rezagados!

¡Aplaudid a los corredores!

¡Alumbrad con las antorchas

la meta a los vencedores!

Que alcanzar la victoria

doblemente se premia:

haber corrido en Jaén,

y su peso en virgen extra

Y los jaeneros que corren

“entusiasmaos” la carrera,

sólo anhelan aguantar

p’a poder cruzar la meta.

Y con todo el orgullo,

honor y emoción gritar:

-¡Yo corrí la San Antón

del principio hasta el final!

Aunque lo mío no es correr.

El esfuerzo de entrenar

no se ha hecho para mí.

Se me da mejor guisar.

Dos calabazas

lleva mi madre

al horno Chinchilla

p’a que las ase.

Que las sembró mi padre

en la vega del Puente Nuevo.

Y las guardó con mucho mimo

p’a asarlas en el mes de enero.

Porque en las vegas de Jaén

cultivan los hortelanos

las mejores frutas

y verduras todo el año.

Y aunque el aceite de oliva

sea lo más apreciado,

las huertas de esta tierra

son el mejor regalo

Primavera de espárragos,

deliciosos “esparragaos”

con su pan frito, su pimiento

choricero y sus ajos.

Y habas con panaceite,

bacalao y rábanos.

O fritas en aove

y con huevos cuajados

En verano, los tomates,

y pimientos p’a el gazpacho.

Con pepino o con manzana,

perosiempre bien «sopao».

Las berenjenas revueltas

con cebolla y pimientos.

Los boquerones de huerta.

Los calamares de huerto.

Aunque la reina de esta tierra

se hace con tomate, ajo y pimiento,

bien de aceite virgen extra

“montao” con yema de huevo.

Pipirrana de Jaén,

¡el plato más popular!

que se come en cada casa

y no falta en ningún bar.

De los platos tradicionales

es el que siempre gana

-Alcalde ¿Cuándo tendremos

el “Día de la Pipirrana”?

Y si este plato tan rico es,

de nuestro recetario, el primero,

el segundo es igual de apreciado:

¡las aceitunas de cornezuelo!.

Porque en esta ciudad no hay

ningún huerto, jardín u olivar

que no tenga para su aliño

un olivo de esta variedad.

Recogidas en octubre

y con mazo machacadas,

con ajos, tomillo, hinojo,

y su sal, bien aliñadas.

En otoño con las uvas,

los membrillos y granadas,

coliflores, espinacas,

carruecos y calabazas

Carruecos enormes

para hacerlos fritos

con su sal, su aceite,

su picante y sus ajillos.

Las calabazas en esta tierra

no necesitan azúcar,

sólo el amor del fuego

y hornearlas con ternura.

Aunque si quieres un truco:

quita la tapa y limpia por dentro,

un chorrito de anís dulce

y al horno a fuego medio.

¡No tires las pipas!

No son desperdicio.

Hornealas con sal

que son puro vicio

Y antes de que los lienzos

arropen los campos

y sus lágrimas negras

lloren en dorado…

perdonad que rectifique,

que la aceituna ha cambiado.

Que ahora se recoge

con San Lucas y no de Iranzo.

Que para que sea su zumo

el oro más preciado,

de la Inmaculada al Pilar

la hemos adelantado.

Pues, cuando acabe la cosecha

temprana en el campo,

y antes de que comience

la del tinte morado,

prepara la artesa

y tinajones de barro.

Pela las cebollas,

las tripas ve limpiando.

Que San Martín anuncia

con su frío, la matanza.

La que junta a la familia

Y con fiesta se trabaja.

Porque el cerdo nos regala

buena carne y chacinas,

para llenar las despensas

e inundar las cocinas

con aromas a potajes,

guisos lentos y fritos,

adobos, salazones

pajarillas, torrecnillos…

Pero ¡no acabes con todo!

¡Deja algo para enero!

Que con las ascuas de la lumbre

¡nos rechupetearemos los dedos!.

Vecino, apaña las trébedes,

la sartén y las parrillas,

que yo preparo chuletas,

chorizos y morcillas.

El vino, que sea de Jaén,

que aquí hay vinos muy buenos.

Porque antes de tierra de olivos

era zona de viñedos.

¡Que en esta tierra sabemos

y tenemos buen comer!,

En los restaurantes y bares,

y en los hogares también.

Y por eso le pedimos

a la UNESCO sin demora,

que Jaén se convierta en

Ciudad Creativa Gastronómica.

Desde antiguo muchos pueblos

por aquí nos han pasado:

íberos, romanos, judíos,

los Moros, los cristianos…

Y hemos cogido lo mejor

de cada uno de ellos,

y los platos que disfrutamos

a todos se los debemos.

Saca los mantecados,

el alfajor y el resol,

que como por aquí decimos,

hasta san Antón, Pascuas son.

El maíz rosetero

que guardas en el «terrao»,

échalo ya al fuego

que vaya saltando.

La lumbre encendida,

las rosetas ya saltan,

el vino en la bota

y las voces afinadas.

Las mujeres con su pañuelo,

los hombres bien “enfajaos”,

alrededor de la lumbre

el corro ya está “formao”.

Que mis abuelos en sus años mozos

lo bailaban sin recato,

ya que antaño era la forma

de poderse dar la mano,

mientras madres y abuelas

alrededor vigilaban,

que aprovechando el baile

de las manos no pasaran.

Pero en las letras encontraban

la venganza más ladina,

y a la suegra le cantaban

muy punzantes coplillas.

¡Que canten ya los coros

Y suenen los melenchones!

¡Pasad la bota de vino

y las rosetas por millones!

¡San Antón es fiesta,

es cultura y tradición,

gastronomía, deporte

y fuego purificador!

El alumbrado de Navidad

sigue luciendo en enero,

y ¡somos los últimos en apagarlo!.

¡Escucha ésto, Abel Caballero!

Melenchones, calabaza,

rosetas y bota de vino.

Corredores con antorchas,

y animales bendecidos.

Y decenas de grandes lumbres

que calientan el corazón,

y con sus llamas encendidas

A Jaén pintan rubor.

Las ilumina y resplandece

en esa noche con plenitud,

convirtiéndose más que nunca

en la «Bella Ciudad de Luz».

¡Que comience el baile!

¡Cantad el melenchón!

¡Y que todo Jaén grite:

-¡Viva San Antón!

Alcalde, equipo de Gobierno,  amigos y familia: GRACIAS por acompañarme en este momento tan importante y del que me siento tan honradae ilusionada.

Antes de nada, quiero agradecer al Ayuntamiento, especialmente al Concejal de Cultura, Turismo, Fiestas y Patrimonio Histórico, José Manuel Higueras, que haya pensado que yo, Carmina Martínez, sea la pregonera de la fiesta más antigua de nuestra ciudad.

Reconozco que cuando me lo propuso pensé que se refería a algún tipo de colaboración o charla, porque el pregón era algo tan grande, que no pensé que yo pudiera merecer semejante honor.

Seguramente la mayoría de los jienenses no me conocen: soy bloguera. Porque tengo un blog. Un sencillo blog que comencé allá por 2011 recopilando recetas que tenía apuntadas, pero que mi madre se empeñó en que se llenara de los platos tradicionales de la provincia para que no llegaran a perderse.

En este afán de conocer los platos típicos, y evidentemente, cocinarlos y fotografiarlos para su publicación en el blog, fui conociendo la vasta e interesante gastronomía de la provincia, y cómo no, su historia.

Jaén posee una importantísima tradición gastronómica con platos, técnicas y utensilios que desde los íberos hasta hoy se siguen utilizando.

Y lo más bonito, como en todos los ámbitos de la vida, es su evolución, esos pequeños cambios que la parte popular de la gastronomía tradicional va incorporando a los platos, adaptándolos a sus gustos y posibilidades. Porque no olvidemos que la cocina de los hogares es para disfrutarla por las personas que lo componen.

La prueba más clara la tenemos en la posca romana a la que se fue añadiendo pan, aceite, frutos secos, alguna verdura y posteriormente tomate, pimiento, y bueno, hoy hay miles de versiones de gazpachos.

Como dije en el Primer Simposio del Gazpacho Andaluz y la Pipirrana, organizadas por la Academia del Gazpacho Andaluz y la Federación de Asociaciones Gastronómicas de Andalucía, instituciones de las que formo parte, pudiera ser que a alguien se le ocurriera añadir a nuestro plato más jaenero jalapeños o salsa de soja (que parece que hay que echárselo a todo), al igual que en un momento dado se le incorporó el atún, ingrediente que para algunos, hoy es indispensable. Así que no os extrañe que dentro de 50 años haya versiones de pipirrana con salsa de soja o semillas de chía. Y sinceramente, da igual. Lo importante es que se siga haciendo la pipirrana, la salsilla de habas, los espárragos esparragados y en Navidad, el alfajor. Que se sigan cocinando nuestros platos tradicionales.

Y es que en la actualidad vivimos una gran dicotomía en la que:

-queremos todo hecho, pero con el sabor de siempre,

-comer sano pero lo adquirimos precocinado,

-a ser posible de km0 (vaya descubrimiento lo del km0) pero nos encantan los productos que vienen de lejos,

-queremos ser ecológicos pero compramos todo envasado,

-no tenemos tiempo de cocinar, pero pasamos horas con los “amigos” de las RRSS o buscando a los gurús de las dietas más modernas, sanas y milagrosas, olvidándonos que nuestros antepasados nos han dejado la más sana de todas la dietas, científicamente probada: la Dieta Mediterránea, la que se cocina en casa con productos locales (km0 le llaman ahora), de temporada, la que nos invita a socializar comiendo en familia y compartiendo un plato en cada celebración, la que nos hace jugar, caminar y bailar al son de la música, la que está llena de sabores tan honestos y ricos que han perdurado a lo largo de los siglos.

Platos sencillos, a veces contundentes, que en su gran mayoría sólo necesitan 10 minutos de preparación y tres horas de cocción. Horas para dedicar a la familia, la casa, ¿y por qué no? A las RRSS y las series de Netflix.

Platos tan humildes pero tan populares como las rosetas, saladas o en una dulce panocha. ¡Ay!, aquellas rosetas que se mezclaban con caramelo caliente y que al enfriarse formaban bloques dulces y crujientes. Y en casa nos peleábamos por coger el bloque más grande.

O la calabaza asada, que convierte esta hortaliza en el mejor postre y que aquí sabemos cultivar como en ningún sitio, escogiendo las semillas para que salgan lo más dulces posible.Por cierto, que lo de comer la calabaza asada de postre es muy de Jaén. De hecho, cuando lo publiqué en el blog, hubo mucha gente de otras zonas de España que me comentaban con asombro lo extraño que les parecía. Lo del chorro de anís, es fantástico, probadlo.

Recuerdo mi niñez con las lumbres de la calle Miguel Romera o la Alcantarilla, luego la época negra en que queríamos ser tan modernos que nos olvidamos de nuestras tradiciones y San Antón, como Santa Catalina o Carnavales, fueron perdiendo popularidad hasta resurgir con una fuerza inusitada, gracias al trabajo de jienenses amantes de esta tierra y que, además, con el inicio de la Carrera se ha ido potenciando hasta conseguir ser Fiesta de Interés Turístico Nacional.

Una fiesta que, como tantas, fue pagana antes de ser religiosa.

Enero es el mes en que comienzan a alagarse los días. Salimos de la oscuridad para entrar poco a poco en la luz, en la vida. Con un rito ancestral, se celebraba la victoria del sol sobre las tinieblas y el triunfo de la luz sobre la oscuridad.

Y se celebraba danzando alrededor del fuego, en el que se quemaba todo lo malo, lo rancio, lo roto, lo inservible, purificando el aire para alejar los malos espíritus y las enfermedades.

Comenzaba así el ciclo sagrado de la vida, que pocas semanas más tarde llegaba en forma de brotes que anunciaban el inicio de una nueva cosecha.

Siglo tras siglo y atravesando diferentes culturas, mantenemos el mismo rito, simbolizando con cada pavesa que sube al cielo el fin de nuestros males y sufrimientos.

Este año y contemplados por nuestro ancestros, volveremos a disfrutar alrededor del fuego hipnotizados por su magia y compartiendo rosetas, vino y risas, danzando y cantando, espantando así los males y dando la bienvenida a un nuevo ciclo.

Me emociono cada madrugada cuando, a las seis y media ya se ven corredores por la ciudad, haciendo el recorrido de la Carrera. Que sólo eso ya tiene un mérito increíble. Y al caer la noche, cuando las calles se vuelven a quedar desiertas y la mayor parte de la ciudad se dispone a preparar cenas y a descansar, se vuelve a escuchar su trote sordo sobre las calles de Jaén.

Este año, San Antón toma más relevancia, al cumplirse 40 años de una Carrera que comenzó siendo un sueño, con unos cuantos locos que apostaron por darle más esplendor a ese día, y que con el paso del tiempo se ha convertido en una de las más populares y reconocidas en todo el mundo.

La emoción que se palpa en los días previos se ve culminada en una noche en la que toda la ciudad brilla con el alumbrado de Navidad, (lo dicho, Sr. Abel Caballero, tú hasta el 15, nosotros hasta el 16)

Alumbrado que se refuerza con las antorchas que acompañan el recorrido embelleciéndolo y creando un ambiente mágico.

¿Quien no tiene un recuerdo, una imagen, un sonido o un sabor de las Lumbres de San Antón?

Recuerdo con especial cariño la lumbre de las Fuentezuelas, cuando mis hijas eran pequeñas. Los vecinos llevábamos todos bolsas de rosetas recién hechas, cerveza, vino, refrescos… y las parrillas que anunciaban una gran barbacoa aprovechando las ascuas de la lumbre.

Y todos compartíamos comida, bebida, risas y aunque, desgraciadamente no había melenchones, la música no nos faltaba.

Y mis hijas, y los hijos de mis vecinos fueron amando esta fiesta, hasta el punto de que el mismo Día de Reyes ya se organizaban para ir a por ramón para la lumbre.

Y a esconderlo en algún local para que los chiquillos de los otros barrios no les robaran lo reunido. Hay cosas que nunca cambian.

Porque es importante que a nuestros hijos le enseñemos nuestras tradiciones y nuestra historia. Conocer nuestras raíces, de dónde venimos y cómo hemos llegado hasta aquí; saber cómo se hizo tal o cual edificio y cómo se vivía en la época. Incluso, pensar que una de aquellas personas que intervinieron en su construcción pudieran estar en nuestra linea ascendente. Porque no se puede estar orgulloso de algo que no se conoce.

De ahí la importancia del trabajo tanto de instituciones como de asociaciones culturales o de particulares por dar a conocer no sólo el patrimonio natural y cultural de nuestra tierra, sino también el humano.

Yo no soy ninguna erudita en nuestro pasado, pero reconozco que me gusta leer todo lo que se publica sobre la historia de nuestra ciudad, y como no podía ser de otra forma, qué y cómo se cocinaba en cada época.

Seguro que os sorprende saber que nuestros tataratataratarabuelos íberos ya preparaban sus potajes de legumbres. A ver, no llevaban su chorizo ni su pimentón o el tomate… pero le echaban las hierbas que encontraban por ahí y les salían unos potajes resultones.

O que esos gusanillos o los roscos fritos que tanto nos gustan, las hacían nuestras tataratatarauelas judías, que nos dejaron un recetario especialmente amplio y del que se siguen utilizando tanto sus técnicas de conservación y cómo no, sus recetas.

O saber que aquí en Jaén, en el Puente Tablas, ya teníamos un lagar y una bodega de vino. Que digo yo, que otra cosa no, pero beber… todas las culturas aprendieron a hacerse su vino o su cerveza, o sea, que corregidme si me equivoco, pero el oficio más antiguo del mundo va a ser el de tabernero.

Pero ¿Y por qué San Antón? Pues parece que, durante la Reconquista sobre el siglo XIII, y por la devoción que se le tenía en Centro Europa, ya había una capilla en la Catedral dedicada a este Santo, y en la víspera de su fiesta se le encendían cuatro antorchas para celebrarlo. Si a eso le sumas que nuestro querido Miguel Lucas de Iranzo le tenía tanta devoción (que por algo era su santo) que se encargó de impulsar esta fiesta, pues ya tenemos la respuesta.

Y para rematar, los agricultores aprovechaban estas lumbres para deshacerse de los restos de la poda y los enseres viejos. Y como una cosa lleva a la otra, pues María, María, saca la bota de vino que me voy a emborrachar.

¿Y lo de comer rosetas? Como cuentan los cronistas Alfredo Cazabán y Luis González López, a finales del siglo XIX ya había costumbre de que María, además de sacar la bota de vino, preparaba una “Rosetá”, pues era costumbre reunirse y hacer una buena sartén de rosetas y claro, a palo seco como que no.

Hay también quien dice que antes de que los petardos se compraran en elquiosco de la esquina, la forma de hacer que explotara el monigote de la lumbre era metiendo maíz rosetero en los brazos y las piernas, para que al quemarse tuvieran su particular traca.

De la calabaza, se sabe que el gremio de albardoneros celebraba una comida el día de San Antón en la que servía calabaza asada de postre, a los que los más golosos le añadían azúcar y canela (ay, si llegan a probar el anís) Costumbre que se generalizó y que hoy disfrutamos todos.

Lo de la Carrera, bueno, eso es más reciente y ya sabemos todos cómo empezó.

Esta antigua fiesta de San Antón no sólo sigue viva, sino que cada año toma más auge y participa más gente.

Hoy ya no es simplemente el día de la Carrera o la Lumbre. Las Fiestas de San Antón, la componen una agenda de actividades que duran varios días, e invitan a salir a la calle, a participar en las visitas, los conciertos, bailes y cuyo colofón, efectivamente, son la Carrera y las lumbres, pero, Las Lumbres, con mayúsculas, porque amparadas por las Asociaciones Vecinales, éstas implican a todos y cada uno de los jienenses que las componen.

Por cierto, sería fantástico que hubiera una gran sartén con aceite de oliva en la que saltaran las rosetas, ¡nada de palomitas!, para que los más jóvenes aprendan que no salen de una bolsa dentro del microondas.

Y que platos de calabaza asada también se repartieran entre los vecinos, y que los mantecados sobrantes de cada casa tuvieran su fin al calor de las ascuas de San Antón. Es el momento de echar fuera los de limón y canela… y las peladillas.

Hombre, ya si se patrocinara una barbacoa sanantonera, sería maravilloso, todo sea por aprovechar las ascuas de las lumbres. Ahí lo dejo.

Estoy segura que, al igual que los corredores y corredoras se sienten orgullosos de su Carrera y de participar en ella, el resto de vecinos que participen en las Lumbres, sentirán ese mismo orgullo por esta fiesta, por su barrio y por su ciudad.

Aprovecho para animar a los jienenses a echarse a la calle, a recorrer durante estos días la ciudad, a asistir a las actividades programadas, en definitiva, a aprender, divertirse y participar de nuestra fiesta, porque será la mejor forma de sentirnos orgullosos de esta ciudad.

Por mi parte, viviré estos días con emoción, acudiendo a todas las actividades que mis obligaciones me permitan y llenando mi memoria de nuevos recuerdos que con el tiempo me saquen una sonrisa.

Antes de acabar, permitidme dar las gracias de nuevo al Alcalde, al Concejal de Cultura, Turismo, Fiestas y Patrimonio Histórico y a su equipo, que me han tratado de maravilla, y especialmente a mi familia, a mi esposo y mis hijas, que han soportado mis nervios en estos días,a mis hermanos y sobre todo a mi padre, que sigue cultivando las calabazas más dulces de la capital y que me ha enseñado a ser como soy.

También quiero aclarar que este Pregón lo estoy dando porque hubo una persona que no sólo me enseñó a cocinar, sino que me insistió en que todas esas recetas antiguas, heredadas también de su madre, y de la madre de su madre, no podían caer en el olvido.

Va por tí, mamá.

Así que os repito:

¡Que comience el baile!

¡Cantad el melenchón!

¡Que todo Jaén grite

¡Viva San Antón!

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