Menuda resaca se deben de calzar ahora mismo los invitados a los grammys de este año, pero mientras eso pasa, los mortales analizamos sus looks que en mi opinión han dejado muchísimo que desear, tanto para bien como para mal.
Una gala caracterizada por actuaciones increíbles pero con una alfombra roja soporífera, la verdad. No obstante, siempre hay excepciones...
Como la señorita Cara Quici, la que ya debería saber que lo de enseñar los muslos están tan pasado de moda como las plataformas que lleva por muy Louboutins que sean. Estos looks ya solo se ven en "mujeres y hombres" o cualquier otro programa chabacano de Telecinco, pero ¿en unos grammys? y las chichas colgándole fuera de las aberturas del vestido, deberían pixelarse, por el bien de todos.
Vale, no sé quién eres pero solo puedo decir: ¡Mátame camión!
Y Katy Perry ¿qué, eh? por mucho Valentino Haute Couture que fuera, era un horror. Sí quieres hacer un tributo a la música en la noche de la música, aprende a entonar, querida.
Y para terminar... Madonna y su rollo dominatrix-mafiosa-geriátrica, que con el bastón y las fundas de oro en los dientes incluidas nos mató a todos. Pero sigue siendo Madonna y la adoramos.
Pero también como siempre las hubo que acertaron.
Me encantó la actriz Ana Faris, que iba sencilla pero preciosa con su vestido azul marino. Acostumbrada a verla en pelis chorras (y reírme un montón, para qué engañarnos) me gustó muchísimo verla tan elegante.
Desde el vestido firmado por Michael Costello que potenciaban todo lo brutalmente sexys que son las curvas de esta mujer.
Hasta el bodysuit impresionante que lució en su actuación. Con medias plumetti de Saint Laurent y sus zapatos especialmente hechos para ella del diseñador Stuart Weitzman. ¡Lo quiero todo!
Besitos que hacen ruidito al andar.