Como su predecesora (Entrelazados), Premonición empieza lenta pero se recupera. Esta vez está más presente la voz de Mary Ann, tanto de hecho que en ocasiones parece más protagonista que el propio Aden. Aunque no siempre su recién ganado protagonismo ha sido bienvenido, porque hubo momentos en los que me pareció una quejica y egocéntrica; aunque luego me puse en su lugar y llegué a la conclusión de que si yo estuviera desarrollando poderes extraños, seguro que como mínimo me sentiría un poco perdida, sobre todo si supiera que soy una amenaza para todos los que me rodean, incluyendo a mis seres queridos. Claro que Mary Ann tiene a su lado a Riley, que trata de ayudarla en todo momento a descubrir la verdad sobre sí misma y supone un apoyo constante. También Aden crece como personaje y comienza a demostrar su valía. Mientras que en el libro anterior era algo torpe y tenía poco conocimiento de sus habilidades, ahora toma el control y, lo que es mejor, buenas decisiones. Además no sólo tiene que lidiar con las almas en su cabeza, sino que como es rey de los vampiros le toca enfrentarse a leyes, amenazas, pretendientas y algún que otro enemigo al acecho que todavía no conoce, y descubriremos que algunos de los acontecimientos ocurridos en su pasado guardan una relación significativa con elementos de su vida presente. En cuanto a la parte romántica de la historia, lo cierto es que cobra mayor fuerza, pero sigue tratándose de algo secundario; por no hablar de que el tándem Mary Ann/Riley y Aden/Victoria es más una fuente de problemas constantes que otra cosa. Casi lo que más me gusta de Gena Showalter es su capacidad para hacernos sonreír, incluso en las situaciones más extremas. Lo consigue con conversaciones ingeniosas y algún que otro momento divertido a lo largo del libro. En contraste, las escenas dramáticas también abundan, y esto permite que la historia esté bastante equilibrada. Sobre los personajes, una vez que creemos conocerlos a fondo, sucede algo que nos desconcierta. Eso es bueno. Salvo en un caso muy concreto referido al vampiro entre los vampiros, Vlad, que supone una incoherencia dramática que a la autora le da juego pero que al lector no le acaba de encajar.
Como me pasó con el primer libro de la saga, al cerrar las páginas de éste me quedé con la miel en los labios, como con la sensación de estar en la cima de una montaña, balanceándome peligrosamente justo antes de caer en picado hacia lo desconocido. Huelga decir que tengo unas ganas tremendas de probar el tercer y último título de la serie. Cruzaré los dedos con la esperanza de descubrir un final feliz.
► Leer crítica de Entrelazados (primer libro de la saga)