- Cuéntame, ¿qué pasó?- No sé... ese hombre estaba allí... al otro lado de la calle, mirándome y... y entonces... se acercó y...- Calma, respira. Descruza los brazos, las piernas. Bien, mejor. Cuéntame, ¿cómo era ése hombre? ¿le conoccías?- No. Era un señor de unos cincuenta años, no sé, normal. Iba con un perro pequeño de color blanco. Pero después cruzó la calle y... y se acercó a mi... y entonces. Lo siento pero no puedo.- Si que puedes, estás aquí para que te ayude a poder. Vuélvete a sentar, por favor. - Me pareció oír su voz... y no... sé que no puede ser pero...- ¿Cuanto hace que se fue?- Casi un año.- Toma, límpiate las lágrimas. - Gracias. - ¿Qué te dijo ese señor?- ¿estás preparada?- ¿un desconocido en medio de la calle te preguntó si estabas preparada?- ¡Si y... era... su voz! ¡era su voz! ¡Te lo juro!- ¿Por qué crees que ese hombre te dijo si estabas preparada?- No lo sé...- Entonces, ¿por su voz? ¿su manera de decir? ¿por qué crees que te altera tanto? - Todo, supongo. ¡Le echo tanto de menos!- Muchas veces, ya has venido aquí contándome que le echas de menos y no estabas tan alterada como hoy. ¿Significa algo para ti lo que te dijo ese hombre?- Cuando él me lo decía yo... Cuando me miraba, me cogía de la mano y me decía: ¿estás preparada? yo...- ¿cómo te sentías?- No sé... ¿segura? No sé, simplemente era feliz. Esa complicidad que teníamos entre los dos. Me sentía preparada para él, para todo. Y ahora ya... no sé... ya hace tanto tiempo.- ¿Por qué crees que ese hombre te dijo si estabas preparada? ¿para qué crees que tienes que estar preparada?- No lo sé... ¡Por favor!- Respira.- ¿Preparada para... no sé... olvidarle? ¡pero no quiero olvidarme de él!- Y nadie te pide que lo hagas. Estás aquí para superar la muerte de tu marido, no para que le olvides. ¿estás preparada?** Basado en hechos reales. Un zumbao, con un perro blanco, el otro día se acercó a mi mientras esperaba a cruzar un semáforo y me susurró: ¿estás preparada? Aunque yo no echo de menos a nadie, si que echo de menos ese ¿estás preparada? que una vez me hizo subir al cielo y tocar las estrellas.
- Cuéntame, ¿qué pasó?- No sé... ese hombre estaba allí... al otro lado de la calle, mirándome y... y entonces... se acercó y...- Calma, respira. Descruza los brazos, las piernas. Bien, mejor. Cuéntame, ¿cómo era ése hombre? ¿le conoccías?- No. Era un señor de unos cincuenta años, no sé, normal. Iba con un perro pequeño de color blanco. Pero después cruzó la calle y... y se acercó a mi... y entonces. Lo siento pero no puedo.- Si que puedes, estás aquí para que te ayude a poder. Vuélvete a sentar, por favor. - Me pareció oír su voz... y no... sé que no puede ser pero...- ¿Cuanto hace que se fue?- Casi un año.- Toma, límpiate las lágrimas. - Gracias. - ¿Qué te dijo ese señor?- ¿estás preparada?- ¿un desconocido en medio de la calle te preguntó si estabas preparada?- ¡Si y... era... su voz! ¡era su voz! ¡Te lo juro!- ¿Por qué crees que ese hombre te dijo si estabas preparada?- No lo sé...- Entonces, ¿por su voz? ¿su manera de decir? ¿por qué crees que te altera tanto? - Todo, supongo. ¡Le echo tanto de menos!- Muchas veces, ya has venido aquí contándome que le echas de menos y no estabas tan alterada como hoy. ¿Significa algo para ti lo que te dijo ese hombre?- Cuando él me lo decía yo... Cuando me miraba, me cogía de la mano y me decía: ¿estás preparada? yo...- ¿cómo te sentías?- No sé... ¿segura? No sé, simplemente era feliz. Esa complicidad que teníamos entre los dos. Me sentía preparada para él, para todo. Y ahora ya... no sé... ya hace tanto tiempo.- ¿Por qué crees que ese hombre te dijo si estabas preparada? ¿para qué crees que tienes que estar preparada?- No lo sé... ¡Por favor!- Respira.- ¿Preparada para... no sé... olvidarle? ¡pero no quiero olvidarme de él!- Y nadie te pide que lo hagas. Estás aquí para superar la muerte de tu marido, no para que le olvides. ¿estás preparada?** Basado en hechos reales. Un zumbao, con un perro blanco, el otro día se acercó a mi mientras esperaba a cruzar un semáforo y me susurró: ¿estás preparada? Aunque yo no echo de menos a nadie, si que echo de menos ese ¿estás preparada? que una vez me hizo subir al cielo y tocar las estrellas.