Nos explicaremos. Lo primero es que hablamos de una enfermedad, y como tal, imprevisible. Nunca sabremos si alguien la desarrollará o NO. Nunca sabemos si, a pesar de estar geneticamente predispuesto, se darán el resto de factores para desencadenar el sinfín de horrores que regala esta enfermedad a quien la desarrolla. Tampoco podemos saber, si alguien está predispuesto a ella o NO. Por lo tanto, NO sabemos la efectividad real que tienen los planes de prevención en los menores, por la sencilla razón de que NO se sigue a estos menores cuando dejan la prevención. Así las estadísticas, a pesar de algunas cortinas de humo, nos sacuden cada vez más, con más consumo, y menor la edad del inicio de los consumos.
Seguramente, si se han fijado, casi ninguna de las estadísticas que vamos viendo, nos ofrecen los mismos resultados. Cierto es, que si las realizan distintos organismos o instituciones, debería ser así. No obstante, también podrían generar parecidos resultados. NO es así. El que nos ofrece mayor consumo en cannabis en población menor de 18 años, nos regala los oídos con menor consumo de alcohol y menor incidencia en los menores. El que nos dice, que la cocaína se ha estabilizado, nos comunica a su vez, que aumentan las borracheras los fines de semana. Y así la inmensa mayoría de los estudios realizados en materia de drogodependencia.
Pues bien, lo que está claro, es que NO se está llegando a los resultados que nos gustarían obtener, ¿o tal vez sí?. Vamos a pensar que sea porque NO se está haciendo bien, o porque NO sea suficiente la prevención que se lleva a cabo. Pensemos que, tal vez NO se está llegando a las personas más vulnerables geneticamente y predispuestas a desarrollar la enfermedad. Pensemos que tal vez sea porque estas personas, precisamente, son las que menos interesadas se encuentran entre los planes de prevención. Y si pensamos más, pensemos que NO es interesante para los cientos de centros, asociaciones, fundaciones, organismos oficiales, y porque NO decirlo, para el gobierno que tiene a miles de empleados para tal efecto. Pensemos que casi todas las instituciones, organizaciones e instituciones se emplean en realizar estadísticas, planes, más observatorios, y más centros de observación de los anteriores, y otros encargados de organizarlos o coordinarlos, como sucede en el Gobierno. Al final, lo que obtenemos es, cientos, miles de personas trabajando para un mismo fin. Seguir haciendo números y dictaminando formas legales para la opinión pública. Que nadie salga de las drogas, porque si no, se quedarían sin trabajo.
El dinero que se ha de emplear en deshabituar a los miles de drogadictos que tenemos sin merodear por las calles, se gasta en demorar su situación en centros donde "minimizan los riesgos" (para los demás). De todos los organismos oficiales, instituciones, fundaciones, organizaciones, son mínimas las que actúan directamente con las personas, y menos aún, las que obtienen el éxito deseado.
De los 6,8 millones de euros destinados a la formación de los trabajadores del Sistema de Salud sólo en Castilla y León. NO los forman para detectar a miles de consumidores habituales de estupefacientes que recurren a sus consultas para aliviar sus dolencias y diagnosticándoles enfermedades que en realidad NO tienen. Otras que extraen recetas para seguir con una farsa, que NO pueden dejar de evitar. Ellos NO pueden darse cuenta de lo que les está pasando.
La prevención está bien, y hay que atenderla, si cabe, mejor y más. Sin embargo, NO por eso, se va a erradicar una enfermedad, como tampoco se erradicará el que las nuevas juventudes jugueteen con las drogas, como tampoco lo harán, las que ya no son tan jóvenes, bien sean las lícitas o las ilícitas.
Otra forma de prevención, sería la de educar desde un punto de vista más objetivo. Sabemos que tarde o temprano se tendrán que enfrentar con las drogas, siempre se les va a tratar de educar mediante la prevención de los efectos devastadores de las drogas, sin embargo, y como ya hemos dicho, NO evitaremos que se encuentren con ellas y, seguramente un alto porcentaje las pruebe. El alcohol mismamente es consumido por el 80.1% entre los adultos de 36 a 45 años, mientras se estima que el consumo de fin de semana alcanza el 43% entre los jóvenes entre los 19 a 28 años y un 31% entre los de 15 a 18 años. Siempre en aumento a pesar de los programas de prevención. A pesar de los programas de concienciación, los accidentes de tráfico suponen la primera causa de mortalidad entre los jóvenes de 18 a 25 años y se estima que entre el 30% y el 50% de los accidentes mortales y entre el 15 y 35% de los producidos con heridos graves están relacionados con el alcohol.
Las drogas ocasionan 20.000 muertes al año en España.
Sabiendo esto, ¿NO sería también beneficioso educarlos en el caso de que sean consumidores?
Si apostamos por una educación solidaria, sin marginalidad, sin mirar por encima del hombro de quien NO puede ponerse en pie. Si consumen, al menos que sepan que pueden contar con las personas que tienen a su alrededor. Que tener una enfermedad NO es malo, es algo normal, tú también puedes contraerla, y te ha tocado. Ahora toca la parte difícil, dejarlo.