Ya está disponible en La Espada en la Tinta mi nueva reseña. Esta vez toca otra historia de época, ambientada en la Alemania de principios del siglo XX, de Eduard von Keyserling -del que ya reseñé en su día "Un ardiente verano"-:
Las apariencias engañan, para bien o para mal. O al menos eso dicen. Conservarlas entre la aristocracia decimonónica era fundamental para su supervivencia. Su comportamiento ante la sociedad, e incluso en su propia casa, se basaba en un estricto código moral que acarreaba graves consecuencias si se tenía la osadía de quebrantar. Una de ellas era, por supuesto, el aislamiento del círculo privilegiado de la nobleza; la renuncia, el abandono y la humillación ante sus semejantes. Bien lo sabía nuestro autor, Eduard von Keyserling (1855-1918), miembro de una antigua e ilustre familia alemana del Báltico. Y conocía también, como intelectual y escritor, lo que ocurría a principios del siglo XX: esos códigos de conducta, esas viejas reglas aristocráticas, empezaban a estar ya caducas. Las transformaciones sociales y tecnológicas que tuvieron lugar en la sociedad de mediados del siglo anterior, penetraron intensamente en el antiguo orden.
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