En mi experiencia como profesor en escuelas de padres, una de las peticiones más frecuentes que solían darse en las clases era el de resolver problemas de conducta. Las rabietas, las negativas a hacer algo, el que los niños teóricamente no fueran tan maduros como deberían por edad… En edades ya adolescentes el que surgieran dificultades con los horarios o de experimentar con sustancias. Si bien esto es algo por lo que casi todo padre o madre va a pasar, no deja de ser menos importantes y uno de los campos de batalla más importantes a la hora de educar.
Dejándonos de pedagogías raras o extremistas, lo que sabemos que funciona es la combinación adecuada de dos variables en la educación de los hijos. Podemos simplificarlos llamándolas cariño y autoridad. Cariño sería la cercanía, el confort, la ayuda, la calidez. Autoridad sería mantener el rol de padres, las normas, los límites. Ambas estando presentes nos permiten el educar a los niños de manera mucho más sana y equilibrada. Además, esta adecuada combinación es el futuro factor que prevendrá dificultades posteriores,como por ejemplo conductas como el abuso de drogas o problemas de conducta. La infancia y preadolescencia es el momento adecuado para prevenir futuros problemas.
La autoridad no significa ser autoritarios y basarnos en un “mano y ordeno”. Consiste en hacer respetar el rol de padres o de educadores con respeto hacia la persona en formación y en crecimiento que tenemos delante… pero no olvidarnos de ese rol. Por otro lado e, el cariño y la cercanía tiene poco que ver con el mimar; será mostrarnos disponibles y cálidos en un grado razonable.
Volvemos a contar en este artículo con otra excelente infografía de mis compañeros psicólogos de Madrid. ¿Cómo se interviene cuando hay problemas de conducta? Siempre a un doble nivel, por un lado con los padres (reaprendizaje de pautas educativas, psicoeducación) y con los hijos. Este es un trabajo conjunto a tres bandas: padres, hijos y psicólogo. Os dejo con la excelente infografía:
Antoni