Pero yo sí. Desde la percha de cincuenta años de pràctica pediàtrica en la sanidad pùblica, en tres paises y otras tantas Comunidaes Autónomas y media docena de hospitales, atendiendo pacientes en cinco o seis idiomas (los tres míos y alguno más) y habiendo tocado todos los ámbitos de la profesión, desde la UCI a la Atención Primària, sí que tengo conflicto con intereses espúreos a los que asigno la responsabilidad del declive de los valores de nuestra profesión y otras lacras.
Estoy en conflicto con los profesionales ignaros, que han maltratado madres responsabilizándolas de sus ignorancias y deficiencias culturales, como denunció en su día Jesús de Miguel en su libro “La amorosa dictadura“, cuando la mitad de la gente de un país oprimido no sabía leer. Estoy en conflicto con los catedráticos escastillados, cuyos mezquinos intereses de investigación no pasaban de coleccionar síndromes malformativos como si fuesen cromos, mientras se rebozaban en sus ignorancias porque no sabían leer el inglés del Journal of Pediatrics. Estoy en conflicto con los intereses con todos los que se vendieron a los, también, intereses de la industria de la alimentación infantil hasta, pràcticamente, proscribir la lactancia materna. Y también, aunque algo menos, con los talibanes de la teta de aparición más reciente, que aterrorizan a pobres madres trabajadoras que optan por acortar la lactancia por la magra duración del permiso de maternidad. También estoy en conflicto con los miserables intereses de médicos residentes, colgados de ordenadores y listas de protocolo, provistos de sólidos impermeables para impedir que los “valores líquidos” del curriculum oculto puedan llegarles por ósmosis y zarandear sus inseguridades. Estoy, en fin, en conflicto con todos los intereses de autoridades académicas y administrativas, que impidieron e impiden el desarrollo de las especialidades pediàtricas, que pretendan asignar la atención de los niños a profesionales que no cuentan con la preparación adecuada; y eso porque no supieron abrir el acceso a la formación en Pediatria a suficientes médicos, y ahora faltan pediatras.
Éste, por ahora, va a seguir siendo un conflicto abierto. Si bien cierra el año de este blog, espero llevarlo adelante en el próximo, 2017, o 2760 a.u.c, si contamos como los romanos, tan cercanos en la ciudad donde vivo, al tiempo que os deseo a todos que os sea propicio y benévolo.
X. Allué (editor)
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a.u.c, iniciales de AB VRBE CONDITA, desde la fundación de la ciudad de Roma.