Prolapso uterino

Por Gabriel Giner @esaludcom

En primer lugar, para conocer qué es el prolapso uterino es importante saber que el suelo pélvico está compuesto por una combinación de ligamentos y músculos de la pelvis. Estos sostienen la vagina y el útero, al tiempo que los mantienen en una correcta posición en el interior de la pelvis.

La definición de un prolapso no reviste ninguna complejidad. Un prolapso uterino no es sino un descenso hacia el exterior de uno o varios de los órganos que se encuentran en la cavidad pélvica. Entre estos órganos se encuentran la vagina, la uretra, el recto o la vejiga.

El prolapso se describe según la parte o las partes del útero, que se ven implicadas. Así, si afecta a la pared delantera de la vagina, es decir, si es bajo la vejiga donde se presenta el prolapso, se le conoce con el nombre de cistocele. En cambio, si la zona que se ve afectada es la pared trasera de la vagina, se conoce como rectocele.

Del mismo modo, hay casos en los que el prolapso se da en el cuello uterino hasta más allá de la entrada de la vagina, y entonces hablamos de procidencia, y otros en los que únicamente afecta a una parte de la vagina o a una combinación del útero y la vagina.

Causas del prolapso uterino

El prolapso, tanto del útero como de la vagina, es más normal a medida que las mujeres se van haciendo mayores. No es habitual que se dé antes de la menopausia. Algunas enfermedades o el dar a luz, además del citado envejecimiento, pueden traducirse en un debilitamiento del suelo pélvico. Estas son las causas más habituales de un prolapso.

Pese a que no es lo normal que se dé antes de la menopausia, sí puede darse en mujeres jóvenes, que han pasado por varios partos, los cuales han sido traumáticos. También pueden sufrirlo mujeres con enfermedades del colágeno, es decir, de la fibra que se encuentra presente en la mayor parte de los tejidos.

Como se ve, no hay una única causa. De ser así, el tratamiento y el diagnóstico serían más fáciles de realizar. Por el contrario, hay muchas causas potenciales. Cada prolapso es tan único como la mujer que los sufre.

A las causas indicadas hay que añadir las relacionadas con factores genéticos. Esto puede servir de explicación ante una mala calidad de los ligamentos, de los músculos y del tejido conectivo de la pelvis. Se da de una manera más frecuente en la raza asiática y en la raza blanca, en contraposición con la raza negra.

Las enfermedades respiratorias crónicas y el estreñimiento son otras de las causas, al igual que el levantamiento de mucho peso o la práctica, de manera habitual, de deportes de impacto, así como de deportes hiperpresivos como, por ejemplo, el tenis, el hockey o el running.

Determinados factores neuromusculares o una cirugía pélvica o abdominal también pueden desencadenar un prolapso uterino. En este sentido, es importante saber que si un área no se repara de una manera correcta, a través de la cirugía, la función que realizan los tejidos de soporte se puede ver afectada.

La tos de una mujer fumadora, al igual que el sobrepeso, hacen que una persona tenga más posibilidades de desarrollar un prolapso uterino.

Síntomas del prolapso uterino

Al hablar de los síntomas, se da la circunstancia de que muchos de estos son iguales o muy parecidos a los de otro tipo de afecciones. Esto da lugar a que en muchas ocasiones el diagnóstico sea complicado en parte.

Hay mujeres que no sufren ninguna clase de síntoma. Estas mujeres únicamente se dan cuenta de que lo tienen cuando se someten a un examen interno por alguna causa. No obstante, lo más normal es tenerlos. Los que se suelen dar con mucha frecuencia son una sensación de que algo del cuerpo está bajando o de un bulto presente en los genitales externos.

Entre los síntomas, el que es más común tiene que ver con la incontinencia urinaria. Se puede dar el caso de que un rectocele vaya asociado a problemas para evacuar las heces o que un cistocele guarde relación a pérdidas de orina con la tos, al reír o al realizar algún tipo de esfuerzo.

Del mismo modo, un síntoma de sufrir un prolapso puede ser la dificultad o incomodidad para tener relaciones sexuales. Muchas veces las mujeres con prolapso sufren dolor durante el acto sexual por lo que tienden a evitarlo. No obstante, el dolor no es el único motivo para no tener relaciones, sino que hay que unir el temor a la incontinencia fecal o urinaria durante el acto.

A lo anterior se añade la posibilidad de que haya un bulto en los genitales que sea visible. Esto será, sin lugar a dudas, un factor más para no querer mantener relaciones sexuales.

Tratamiento para el prolapso uterino

En primer lugar, se aconseja prevenir el prolapso. Con este fin, se recomienda hacer ejercicios de suelo pélvico de manera diaria. Así, se logra un fortalecimiento de los músculos. Esta clase de ejercicios se puede llevar a cabo en cualquier lugar y en cualquier momento del día. Lo único que hay que hacer es tensar la musculatura del suelo pélvico, como si se tratara de evitar realizar una deposición o detener el flujo de la orina.

En el momento en que el prolapso ya se ha dado, es mucho más fácil el control de los síntomas a través de ejercicios. En estos casos, un fisioterapeuta contará con los conocimientos pertinentes y con el equipo para el desarrollo de técnicas, que buscan la estimulación y el fortalecimiento de los músculos. No obstante, hay ocasiones en que se requerirá una operación o la utilización de un pesario, es decir, de un anillo de vinilo o de celuloide.

El pesario es un tipo de tratamiento, que está indicado para mujeres que no quieran pasar por el quirófano. Este instrumento mantendrá la vejiga y el útero en su sitio, de manera que no se note. Se suele cambiar por otro o retirarlo para su limpieza y su colocación otra vez cada cuatro o cada seis meses.

Cómo se lleva a cabo la operación

Este tipo de operaciones se suele llevar a cabo por medio de la vagina. La clase de reparación depende del tipo de prolapso que se sufra. No obstante, la idea básica es la de unir a través de puntos los músculos, que se han visto debilitados. Se hace necesaria en la mayor parte de los casos la extirpación de una porción de la mucosa vaginal. En algunas ocasiones también será necesaria una histerectomía, es decir, habrá que extirpar el útero por vía vaginal. Sin embargo, en la mayoría de las ocasiones solo se extirpa el cuello uterino.

Es conveniente que, antes de pasar por el quirófano, la paciente se someta a una dieta de adelgazamiento, si es que presenta sobrepeso. También es aconsejable que deje de fumar.

Este tipo de intervención no es complicada. En media hora como mínimo y una hora como máximo habrá terminado. El cierre de la entrada de la vagina será mayor o menor en función de la edad de la paciente y de si desea seguir manteniendo relaciones sexuales.

Una vez acabada la operación, la mujer permanecerá entre tres y cinco días en el hospital. La recuperación, por lo general, será bastante rápida. No obstante, las recaídas se dan con mucha frecuencia.

Los resultados son muy buenos, aunque otro tipo de síntomas, que podrían deberse al prolapso, como el dolor de espalda o el cansancio, puede que no mejoren. En los casos de incontinencia urinaria, alrededor de dos terceras partes de las mujeres que se someten a este tipo de operación tendrán un control absoluto o notarán una enorme mejoría. Esto se da, sobre todo, en las operaciones que incluyen la pared delantera de la vagina, en las proximidades del cuello de la vejiga.

Como conclusión, diremos que la palabra prolapso no se suele escuchar mucho en la actualidad. Este dato es sorprendente cuando se trata de una de las patologías que afecta a millones de mujeres y que supone un considerable deterioro en su calidad de vida.

Hoy en día, se estima que alrededor de la mitad de las mujeres que den a luz se tendrán que enfrentar con posterioridad a un prolapso. Además, algunos estudios consideran que el cincuenta por ciento de las mujeres a partir de los cincuenta y cinco años padecen uno, e incluso más problemas de este tipo. En un país como Estados Unidos, se realizan más de trescientas mil operaciones al año de prolapso.

De todas formas, no hay que alarmarse, sino conocer nuestro cuerpo y las posibles complicaciones que se pueden dar si no se cuida la salud, de una manera general, y la salud del suelo pélvico, de una manera particular.

Al igual que ocurre con otros problemas relacionados con la salud, el tener datos sobre el prolapso puede ser una enorme ayuda para prevenirlo y para acabar con la posibilidad de que empeore.