Prometeo: el dios pirata

Por Gonzalo

Prometeo robó el fuego a los dioses para dárselo a la humanidad. Ésa es toda la inspiración que algunos jóvenes piratas informáticos de hoy necesitan para adoptar a Prometeo como su icono y adoptar el nombre de esa deidad griega para sus trapacerías en la red.

El auténtico mito griego es un poco más complejo. En unas pocas palabras reduccionistas: Prometeo es un dios griego del Olimpo, gobernado por Zeus. Inicia sacrificios animales. Un día, durante un sacrificio, le falta al respeto a Zeus. Descuartiza un toro y lo divide en dos partes: En una pone la carne y los intestinos envueltos en la piel, y en la otra nada más que huesos y grasa.

Prometeo pide a Zeus que elija su parte; el resto lo entregará a los humanos. Zeus escoge los huesos y la grasa, y eso hace que se enfade con Prometeo y con el género humano. Zeus castiga a los mortales negándoles el don del fuego. Prometeo lo roba para ellos.

A continuación Prometeo -de quien se sabe que tiene el don de la profecía- irrita aún más al gran dios anunciando que uno de sus hijos de Zeus le destronará un día, pero se niega a decir cuál. Zeus, rabioso, castiga a Prometeo atándole con cadenas de hierro a una roca en las montañas del Cáucaso.

Allí, cada día y por toda la eternidad, vendrá un águila para desgarrar su vientre y comerse su hígado. Cada noche, el hígado inmortal del dios Prometeo se renueva de modo que pueda volver a ser torturado a la luz del día siguiente.

Para los antiguos griegos esto no era un simple cuento. Como escribe Karl Kerényi en Prometheus: Archetypal Image of Human Existence: “Esto era material sagrado… El mito, tal como existe en su…. forma primitiva, no es simplemente un relato sino una realidad vivida”.

Además, los griegos no separaban los dioses de los humanos tan claramente como los monoteístas contemporáneos se separan hoy de sus deidades. Hesíodo escribió: “Los dioses y los mortales brotan de la misma fuente”.

De igual modo, nuestro entendimiento del mito de Prometeo brota casi completamente de una única fuente, la obra del épico contador de historias Esquilo (Hesíodo ha tenido menos influencia).

Se cree que Esquilo escribió al menos cuatro textos épicos sobre Prometeo, pero el único que sobrevive intacto es Prometeo encadenado, que nos cuenta la historia de los grandes sufrimientos de Prometeo, de su firmeza arrogante y su insubordinación frente a las torturas, pero no habla de su liberación. Eso quedó para Percy Shelley, que en 1810 escribió  Prometeo liberado.

Nuestros jóvenes amigos los piratas informáticos no se engañan al interpretar el rogo del fuego de Prometeo a los dioses como una metáfora de la tecnología. En el Prometeo encadenado de Esquilo, el héroe nos lo deja suficientemente claro, diciendo que aportó a la humanidad la arquitectura: “No sabían construir casas de ladrillo para enfrentarse al sol, ni trabajar la madera. Vivían debajo de la tierra como hormigas bullendo en grutas sin sol.”

Y aportó a la humanidad calendarios: “No tenían un modo cierto de conocer el invierno ni la primavera florida ni el verano, con sus cosechas, y todo esto lo hacían sin inteligencia hasta que yo les enseñé; si, yo.” Y les dio las matemáticas y el lenguaje: “Y también los números, el más preeminente de los mecanismos sutiles, y las combinaciones de letras que permiten guardarlo todo en la memoria”.

Y les dio transportes: “Enganché al carruaje caballos que obedecían a las riendas… y carruajes que surcaban la mar, los barcos navegaban alados, y quién sino yo inventó…” Y lo más importante, la medicina: “Lo más grande fue esto: cuando uno de los humanos estaba enfermo, no había defensa para él, ni comida ni bebida ni ungüento que curasen; se perdía por falta de drogas hasta que mostré cómo mezclar principios simples con los que alejaron toda clase de enfermedades.”

Fuente:  LA CONTRACULTURA A TRAVÉS DE LOS TIEMPOS  (KEN GOFFMAN)


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