También son llamadas judías tiernas, habichuelas, y su época sublime o temporada es durante el verano. Se suelen comer frías en ensaladas, o en hervidos como el potaje, el puchero, o incluso en paellas como acompañamiento, además en platos salados o quiches. Las deliciosas vainas que tanto detestan los niños, pero que a los adultos no les desagrada se recolectan antes de que las semillas lleguen al grado supremo de maduración. Hay 100 variedades de judías, pero se distinguen dos más comunes que usamos en una cocina sana, como es la de vaina con sección redonda, fina y carnosa, la otra es de vaina plana y ancha, y esta posee un sabor intenso.
Aunque es una legumbre, tiene muchas más semejanzas con la verdura, puesto que entre las propiedades de las judías verdes esta que contiene pocas calorías, no es un alimento indigesto y aporta una cantidad considerable de nutrientes, entre ellos el acido fólico, el calcio y vitaminas B1. La judía y la patata son el equipo perfecto.La fibra soluble de la judía verde realiza un efecto positivo sobre los niveles de azúcar, regulando la velocidad con la que los azucares pasan a la sangre, haciendo a esta más lenta, y por otro lado regula los niveles de colesterol. Su efectividad en prevenir enfermedades cardiovasculares se ve fortificada por su contenido en vitamina C, betacarotenos y otros antioxidantes.La judía tierna es un alimento ideal en una cocina sana, y también es dietas de adelgazamiento, puesto que su notable fibra ayuda al buen funcionamiento del tránsito intestinal y aporta un efecto saciante. Estas virtudes se refuerzan por su poder diurético, por su contenido rico en potasio y su baja riqueza en sodio, lo que favorece la eliminación del exceso de líquido del organismo.Además es beneficiosa para las personas que padecen hipertensión, gota o cálculos renales. Por otro lado la presencia en la judía verde de arginina ayuda en trastornos de las vías urinarias como la cistitis, todo ello se debe a las propiedades de las judías verdes.