Propuestas y aspiraciones

Por Jagonzalez

En unos días empezamos año. Acabamos el presente con cierta desgana, con espera cercana a la desidia. No hay tiempo para inicios, dejamos languidecerse a 2014, achicarse hasta desaparecer. Ya habrá tiempo para nuevos bríos, pasadas las fiestas todo retomará su curso.

Lo dicho será a veces  cierto, otras será parte de un eterno proyecto, de una aspiración permanente nunca satisfecha. En todo caso, ya veremos qué nos depara el 2015. A primera vista se prevé intenso en lo político, más con un patio en el que han aparecido gallos más coloridos. Seguramente todo ello tendrá trascendencia en nuestras vidas y en nuestro trabajo como sanitarios. No en vano, la sanidad es un tema recurrente en estas circunstancias, aún más con los antecedentes de la presente legislatura en comunidades como Madrid.

Más centrados en la Fisioterapia, será también una año de arranque o continuidad para los órganos de gobierno de muchos de nuestros colegios profesionales. Las renovaciones promueven ganas de hacer cosas, y esperamos que en sinergia se avance en una dirección común. Personalmente, como el lector de otras ocasiones supondrá, nos gustaría que los esfuerzos avanzaran hacia la consecución de nuevas estructuras organizativas en los hospitales, tanto públicos como privados. Indefectiblemente pensamos en el desarrollo de las competencias del fisioterapeuta que supongan una gestión más eficiente. En la práctica, el fisioterapeuta debe decidir qué y a quien tratar, cómo hacerlo, cuándo y cuánto. Claro, hay fisioterapeutas que esto no les parece bien por grande. Claro, hay que convencer y estar convencido de que esto es lo que debemos hacer. Vaya, de que podemos.

No nos olvidamos de la Atención Primaria. Según parece el modelo dista mucho del ideal. Con desconocimiento de su realidad sí nos atrevemos a decir de que son un escaparate de la Fisioterapia y que su buen hacer es gran parte de nuestra imagen colectiva.

Hay otras parcelas asistenciales, del ámbito educativo, de la dependencia, de la geriatría, con problemas particulares que seguro han de convertirse en sectores estratégicos de nuestros colegios.

En el entorno académico la decepción del Grado no creemos que tenga fácil reconducción. El mal endémico de la universidad española nos afecta como a todos. Lo decepcionante es que no se esté aprovechando, creemos, el espacio creado con un año más de carrera. Se nos antoja muy teórico, y no precisamente porque se aumente el contenido, sino porque la carga de créditos por la que se paga no sólo es ficticia, sino imposible con la duración real de los cursos. Además, la inexistente limitación de la oferta formativa tampoco augura una mejora de la situación laboral.

La Fisioterapia es una ciencia. Lo hemos dicho muchas veces. Lo sorprendente es que haya que recordárselo a muchos colegas. Sabemos de la dificultades de trasladar el método científico a nuestra disciplina, de que se hace necesaria una adaptación a las intervenciones complejas que le son propias. Pero nuestra cientificidad debe ser una bandera irrenunciable si queremos estar en el ámbito de lo oficial, lo reconocido, sin suspicacias. Promover la investigación y empatizarla con la práctica clínica es un deseo necesario para alcanzar la eficiencia. Hacerlo desde dentro es el camino que hace innegable la autonomía y conduce al reconocimiento desde afuera.

En fin, el conocimiento, su traducción en la clínica, el soporte competencial legal harán una mejor Fisioterapia. El empuje institucional ante la Administración debería facilitar el tránsito hacia una práctica autónoma más eficiente en el ámbito público. Quizá la insistencia ponga coto a los desmanes de la abundancia de aspirantes a fisioterapeutas potencialmente frustrados. Esos son algunos de nuestros deseos. En todo caso, feliz 2015.

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