Psicoalquimia 1: La sordera

Por El Baúl De La Psique @bauldelapsique

El pasado 26 de septiembre se celebró el Día Internacional de las Personas Sordas. A nivel mundial, alrededor del 1% de la población tiene algún tipo de deficiencia auditiva. Así, en porcentaje, parece una cifra pequeña, pero realmente estamos hablando de 70 millones de personas con problemas auditivos.

La sordera, por lo tanto, no es algo nuevo o poco común, pero ¿la conocemos realmente? Existen muchas creencias a su alrededor, pero ¿cuántas de ellas son ciertas?

    Todas las sorderas son iguales

Nuestro sistema auditivo es muy complejo y, lamentablemente, no tenemos espacio ni tiempo suficiente aquí como para detallar su funcionamiento. Sin embargo, intentaremos dar algunas pinceladas que ayuden a acercar a los lectores a las posibles afectaciones que pueden darse.

La clasificación del déficit auditivo puede realizarse según el momento de adquisición, la localización topográfica y el grado de intensidad con el que se presenta:

→ Momento de adquisición: Puede ser prelocutiva (se adquiere antes de los 3 años, esto es, antes de adquirir las habilidades lingüísticas propias de esta edad) o postlocutiva (a partir de los 3-4 años, cuando el lenguaje ya se ha desarrollado).

→ Localización topográfica: Nuestro oído puede dividirse en tres grandes partes: el oído externo, el oído medio, y el oído interno. Si la afectación se produce en el oído externo o en el medio, estamos ante una sordera de transmisión, ya que la alteración afectará principalmente a la transmisión del sonido. En el caso de que la lesión se encuentre en el oído interno o en la vía auditiva nerviosa (es decir, la conexión con el cerebro), se tratará entonces de una sordera neurosensorial. Asimismo, puede darse una sordera mixta, la cual conlleva ambos tipos de afectación.


→ Grado de intensidad:
De menor a mayor intensidad, puede tratarse de una hipoacusia leve, hipoacusia media, hipoacusia severa, hipoacusia profunda y cofosis.

Esta es una de las clasificaciones posibles, pero la complejidad con la que pueden darse las afectaciones hace que su categorización también varíe y sea flexible. En cualquier caso, no todas las alteraciones del sistema auditivo son iguales ni conllevan las mismas consecuencias.

    La sordera siempre se hereda

No todos los padres rubios tienen hijos rubios, ni todos los padres de nariz prominente tienen hijos con narices prominentes. No obstante, igual que ocurre en el caso del color del pelo y del tamaño de la nariz, sí puede existir una predisposición genética que debe tenerse en cuenta. Según la fuente que se consulte, los datos varían, pero podemos decir que alrededor de un 50% de los casos la sordera tiene un origen genético y sólo 1 entre 1500 personas nace con una sordera severa profunda de origen genético. Además, cabe señalar que incluso cuando existe una predisposición genética, si los factores ambientales de la persona son favorables, es posible que nunca se desarrolle este déficit auditivo.

    La lengua de signos es única e internacional, además de ser una especie de mímica complicada

Esta idea es una de las más generalizadas, pero es errónea. En primer lugar, es importante señalar que la lengua de signos NO es mímica; es, como su propio nombre indica, una lengua. Se trata de un sistema de comunicación que posee una estructuración arbitraria, constituida por un conjunto de signos verbales y de reglas gramaticales, que se adquiere y se desarrolla en un contexto comunicativo determinado y, como cualquier otra lengua humana, va transformándose y evolucionando con el tiempo, adaptándose.

Asimismo, existe una lengua de signos prácticamente por cada cultura o, al menos, por cada idioma hablado: LSE (), ASL (), BSL (), LSF (), DGS (), y un largo etcétera. De hecho, en España contamos también con la variedades catalana, valenciana, andaluza oriental (Granada), canaria, gallega y vasca. Como cualquier idioma, la lengua de signos se ve determinada por la cultura de cada región y varía en cada sitio.

Cabe destacar también que la lengua de signos no es el único sistema de comunicación que utilizan las personas sordas, así como no sólo las personas sordas utilizan la lengua de signos. En relación con esto último, este sistema lingüístico se utiliza en otros muchos casos en los que se presentan problemas comunicativos o patologías del lenguaje, como por ejemplo en casos severos de Trastornos del Espectro Autista. Por otro lado, entre los sistemas comunicativos utilizados por las personas con sordera cabe destacar los siguientes:

→ Palabra complementada (cued-speech): Se basa en la utilización de signos manuales cerca del rostro, de manera que puedan verse de forma simultánea a la percepción del movimiento de los labios y contribuyan a clarificar el fonema articulado. Su objetivo principal es facilitar la comprensión del lenguaje oral (movimiento de los labios) mediante el apoyo de las claves suplementarias (señales manuales). No es un sustituto del entrenamiento auditivo ni de la adquisición de una lengua (incluida la de signos), sino un sistema compatible con otros métodos que busca favorecer la discriminación fonética facilitando la lectura labial.

→ Sistemas de comunicación bimodal: Consiste en utilizar simultáneamente el habla y los signos, esto es, un sistema tanto oral como manual. Se estructura siguiendo las reglas gramaticales y sintácticas de la lengua oral, por lo que la lengua de signos se ve, en cierta manera, subordinada a ella. Esto, por lo tanto, conlleva la ventaja de que facilita el aprendizaje por parte de las personas oyentes junto con un mayor ajuste al lenguaje oral, mientras que la desventaja principal es que supone un método artificial, ya que el modo signado no constituye una lengua.

→ Enfoque bilingüe: Consiste en aprender a utilizar tanto la lengua de signos como la lengua oral, ya sea de manera sucesiva (promero la lengua de signos y, a partir de los 6-7 años de edad, la oral) o simultánea (ambas desde el comienzo de la adquisición de la comunicación).

    Todas las personas con sordera quisieran ser oyentes

Planteáos por un momento la siguiente pregunta: ¿Os gustaría a todos ser americanos? ¿O, quizás, atletas olímpicos? ¿Franceses? ¿Aborígenes australianos? ¿Premios Nobel de Ciencia? ¿Miss Mundo, a lo mejor? Quizá este símil se queda algo pobre para ilustrar la posición de muchas personas sordas, pero no todas ellas querrían ser oyentes.

El hecho de contar con una lengua propia, además de conformar una comunidad de personas amplia, hace que estas personas desarrollen valores y costumbres propios y con características definidas y que, por lo tanto, podamos hablar de una cultura Sorda. Sampedro Terrón dice así: " Soy Sordo y me reconozco como miembro activo de la Comunidad Sorda, totalmente identificado con su cultura y sobre todo con su lengua ".

En definitiva, la sordera forma parte de la identidad de las personas y no tiene porqué considerarse un déficit o una dificultad. A mí, desde luego, no se me pasa por la cabeza ser Miss Mundo.

    Todos los/as niños/as con sordera van a escuelas especiales

Afortunadamente, vivimos en un tiempo en el que la integración es (o, al menos, intenta ser) una pieza clave de nuestra educación y de nuestra sociedad. Existe una gran diversidad en las aulas de casi cualquier escuela, la cual enriquece enormemente el desarrollo y el aprendizaje del alumnado, ya que es así como aprendemos a vivir en sociedad, a ser iguales ante la diferencia y aceptarnos sin discriminación. Es por esto que cada vez contamos con más recursos para adaptar el aprendizaje al alumnado (y no el alumnado al aprendizaje) y a sus características individuales, siendo así tambien en el caso de los y las estudiantes con sordera. Por un lado, contamos con ayudas de tipo personal, es decir, con el apoyo de profesionales especializados en las necesidades educativas en los casos de pérdida auditiva, desde intérpretes de lengua de signos que apoyan las explicaciones dentro del aula hasta orientadores y docentes que ayudan en el proceso de adaptación de las metodologías, materiales, contenidos, etc. de las enseñanzas. Por otro lado, cabe destacar también la gran variedad de ayudas técnicas con las que se cuenta actualmente, tanto auditivas (audífonos e implantes cocleares, equipos de frecuencia modulada, o sistemas de bucle magnético) como visuales (paneles informativos y señales luminosas, recursos informáticos, subtitulación en directo y de vídeos, etc.). En definitiva, estamos en pleno siglo XXI; todos y todas tenemos (y debemos tener) cabida en el aula.

    Las personas no oyentes no pueden disfrutar de la música

Quien diga que cuando escucha música sólo lo hace "con las orejas", o bien no se ha parado a escucharla de verdad, o bien os está mintiendo. Desde mi punto de vista personal (siempre basada en mucha lectura científica previa), lo mejor que tiene la música es que se compone de elementos de naturaleza muy variada y, por tanto, conlleva la puesta en marcha de un amplio abanico de emociones, recuerdos, funciones cognitivas, etc., siendo así capaz de llegar a cualquier ser humano (me atrevería a decir, incluso, a cualquier ser vivo) que se precie.

Hay muchas formas de disfrutar de la música y las personas sordas también lo hacen, a través de tan variados medios como la vibración, el baile, la interpretación simultánea en lengua de signos, o las luces y colores.

Así, me gustaría terminar este artículo con un fragmento de la película La Familia Bélier (absténganse alérgicos a los spoilers), la cual os recomiendo a todos que veáis encarecidamente:

*(Si os habéis quedado con ganas de más, aquí tenéis otro fragmento)

Referencias
Infante, M. (2005). Sordera, mitos y realidades. Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica.
Jaúdenes Casaubón, C. y Patiño Maceda, I. (coord.) (2006). Prevención y atención precoz de los problemas auditivos en edad escolar. Madrid: FIAPAS.
Marchesi, A. (1999). Desarrollo y educación de los niños sordos. En A. Marchesi, C. Coll y J. Palacios (eds.), Desarrollo psicológico y educación. 3. Trastornos del desarrollo y necesidades educativas especiales (pp. 241-271). Madrid: Alianza Editorial.
Sampedro Terrón, M. A. (2006). En defensa de la Lengua de Signos como un lenguaje humano natural. Revisión Terminológica y conceptual desde la perspectiva lingüistica actual. Alicante: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.