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Las creencias son ideas que tenemos de que ciertas cosas
ocurren por algo o de que algo es de cierta manera.
Estas creencias pueden ser
potenciadoras, si sirven para que consigamos lo que queremos o limitantes, si
lo que consiguen es frenarnos.
Las creencias limitantes son esos pensamientos pesimistas de “no valgo
para nada”, “todo me sale mal”, “no sirvo para esto”, “no puedo conseguirlo”,
“nunca seré lo que quiero ser”.
Esos pensamientos limitan nuestra acción, son
automáticos, surgen de manera inconsciente y a menudo resultan incontrolables.
Muchas de nuestras creencias nos acompañan desde la infancia: La
educación en casa, en el colegio, nuestros amigos, vecinos, familia, la cultura
donde nos desarrollamos, la ciudad donde vivimos…
El contexto en el que
crecemos moldea estas creencias y quedan en nosotros. El resto de creencias han
ido desarrollándose conforme hemos ido experimentando y viviendo.
Pasar de tener creencias limitantes a tener creencias potenciadoras es posible. Es necesario
detectar cuáles son esas creencias, en qué situaciones salen a la luz y qué nos
impiden conseguir.
Cuando alguien cree que puede hacer algo, lo hace.
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